Comentario
Ya hemos señalado cómo la pintura de la dinastía Song se centró en la Academia y en el círculo de los pintores-letrados. Paralelamente a estas dos formas de entender la pintura, se desarrolló un antiacademicismo aglutinado en torno a la filosofía chau.
La palabra channa (en japonés zanna), procede del concepto indio de chyana, que significa meditación. Esta idea de meditación fue introducida en China hacia el año 520 por el monje indio Bodhidharma, al cual se le considera el fundador de la filosofía chan. En realidad el chan o zen es una secta budista integrada con elementos de la filosofía taoísta, que se aleja de los dogmas y la colectividad, propugnando una vía o camino (dao) individual para acercarse a la percepción inmediata de la realidad. Es, pues, una experiencia personalizada con ausencia total de enseñanzas y un método para conseguir la ausencia de método. Con ello no se niega la realidad sino que se pretende llegar a la abstracción para comprender la esencia de las cosas.
Su razonamiento vital se extendió a todas las artes impregnándolas de una nueva estética igual a invención y poesía. El trazo caligráfico en poesía y pintura es el medio ideal para la transmisión del absoluto basado en la espontaneidad del pincel. Aunque el chan se desarrolló primero en China, fue en Japón (siglo XIII) donde encontró un mayor número de adeptos, extendiéndose a todos los aspectos cotidianos: la ceremonia del té, cerámica, jardinería, arquitectura, pintura...
En la dinastía Song del Sur proliferaron las comunidades monásticas zen en los alrededores de Hangzhou, donde acudieron artistas y letrados procedentes de la corte en busca de nuevas vías de conocimiento. Entre ellos destacó la obra de Liang Kai y Mu Qi, menospreciada en China pero muy valorada en Japón en el siglo XIII y en Occidente en el siglo XX por su acercamiento a planteamientos estéticos contemporáneos (abstracción, pintura gestual ...).
La pintura chan no despreció la tradición sino que, partiendo de ella, pretendió reflejar su filosofía de absoluta vacuidad. El pincel y la tinta aplicados en el trazo caligráfico fueron el punto de partida de la pintura monocroma chan. La espontaneidad del trazo, basada en el aprendizaje, enfatizaba los aspectos compositivos de la obra: simplicidad y valoración del vacío. Los pintores chan aprovecharon el cambio de composición realizado por Ma Yuan y Xia Gui, depurándolo con el rechazo de la artificiosidad que se muestra en la preferencia por la tinta monocroma y sus infinitos matices que se complementan con los trazos. La inmediatez del pensamiento chan se corresponde con la de la ejecución del trazo y ahí es donde se unen poesía y pintura con la filosofía chan.
Liang Kai fue primero pintor de la Academia iniciándose con Li Longmian, del que heredó el gusto por el trazo y el refinamiento en el detalle que se observa en las obras de su primer período. Apreciado y premiado en los círculos académicos, rechazó todos los honores para retirarse al Monasterio de Liutong Si, en Hangzhou, donde se convirtió en monje chan. Allí aprendió los principios esenciales del chan, que se manifestaron en sus obras con una mayor soltura y libertad de trazo en pos de la espontaneidad. Las obras que conocemos de Liang Kai se centran en la pintura de personajes asociados al chan. Dos retratos del patriarca Huineng, fundador de la Escuela Chan (zen) del Sur, resumen el propósito de su pintura. En uno de ellos y mediante un majestuoso trazo caligráfico, recoge el momento en que Huineng corta bambú, centrando la fuerza de la obra en la idea de absoluto entre el patriarca y el tronco de bambú; trazos más oscuros en la nuca y otras zonas equilibran y enfatizan la emoción contenida. En el segundo retrato de Hui Neng representa el momento de rasgar las sutras budistas, como rechazo a las enseñanzas escritas, mostrando indignidad y mofa.
Mu Qi (1210-1275) no perteneció a la Academia y su formación se centró en la comunidad chan. En sus obras utilizó una aguada muy suelta tanto en sus paisajes como en temas de valor simbólico: el dragón y el tigre (la fuerza de la vida) o monos y grullas (el grito de la soledad). Quiso expresar la mutabilidad de la naturaleza mediante la oposición de claros y sombras. Tanto Liang Kai como Mu Qi jugaron con la ambigüedad y sugerencia, intuyendo el tema central mediante trazos esenciales y matices de tinta. La tradición chan no se apagó con la caída de la dinastía Song, pero no volvió a ser tan fructífera. Sus seguidores hay que buscarlos más en Japón que en China, o bien en casos aislados de la pintura de las dinastías Ming y Qing (Ni Zan, Shen Zhou, Da Jin, Ba Da shan ren, Shi Tao ...), que participaron en cierta medida del sentido de lo absoluto de la pintura chan.
A partir de la dinastía Song, la pintura china se agrupó en torno a dos grandes escuelas: Norte y Sur, procedentes de las dos sectas chan, más diferenciadas por la actitud del artista ante el modo de entender el hecho pictórico que por concepciones técnicas o compositivas.