Comentario
Ya el 10 de noviembre los británicos lanzan un ataque de tanteo contra Gallabát, que desaloja a los italianos; un contraataque italiano desaloja a los atacantes y la población queda en tierra de nadie. Con todo, la acción levanta la moral a los primeros e inquieta a los segundos.
Los italianos no han abandonado su actitud pasiva, salvo por lo que respecta a la actividad de bandas en Sudán y a algún bombardeo (como el de las refinerías británicas de Bahrein, pero lanzado desde Rodas, en octubre). Ante el afluir de refuerzos británicos, un plan italiano prevé la evacuación de las zonas de llanura y la concentración en las más defendibles, lo que es racional, sobre todo ante la imposibilidad de recibir ayuda y ante las derrotas del norte de África (diciembre, enero), que permite a Wavell enviar refuerzos a Platt.
Los aliados quieren acabar pronto con los italianos en esta área y dejar libre el mar Rojo para el tránsito de tropas y material del Imperio y de Estados Unidos.
En el Sur los italianos apenas van a hacer otra cosa que mejorar las defensas de Somalia meridional; en el Norte, en Eritrea, donde está el grueso de los italianos (50.000 hombres a las órdenes del general Frusci) es donde van a concentrar la defensa.
En enero los italianos deciden abandonar Kássala y pierden Metemma, ya en Etiopía, y se retiran hacia Asmara (Eritrea). Tras una breve resitencia (27-30 de enero) en Barentú y Agordát, las tropas italianas toman posiciones en Keren, donde durante 56 días, se va a combatir una de las más sangrientas batallas de la campaña.
Pero antes aludamos a un episodio poco conocido y que se relaciona con los intentos de Londres y París de atraerse a Italia al bando aliado o, al menos, de mantenerla fuera de la guerra, aprovechando el antifascismo, el antialemanismo o el neutralismo de gran parte del Ejército italiano. Al comienzo de la guerra se habían tenido contactos con el Duque de Aosta, a quien se había propuesto que "diese la vuelta a la alianza", que no obedeciese a Roma, e incluso que formase un ejército proaliado que llevase "la guerra civil al seno del fascismo"; los Saboya-Aosta serían colocados en el trono e Italia conservaría el Imperio colonial: se trataba de adelantar, en cierto modo, el giro de 1943, pero en mejores condiciones para Italia. El Duque se opuso al plan.
Un nuevo intento del general antifascista Pesenti, comandante del frente sur etíope en ese momento, fue cortado en seco por el Duque (diciembre) y Pesenti estuvo a punto de ser fusilado. Estos intentos explican el elevado número de oficiales que "no obedecerán" al Duque en distintos sectores y explica la relativamente fácil conquista del Sur por los aliados.
Aquí se han concentrado 45.000 italianos, restos de los que se han retirado de Agordát, o provenientes de Eritrea, metropolitanos y áscaris, bastante desanimados y desorganizados, pero que el general Carnimeo va a reorganizar, con sensatez y competencia.