Comentario
La segunda mitad del siglo XV ve un cambio de situación general muy acusado. Ni en Cataluña, ni en Mallorca, continúa manteniéndose el nivel de encargos y calidad de épocas anteriores. Un Francí Gomar sigue siendo un escultor notable, aunque las obras más importantes, como el retablo de la capilla del arzobispo Mur (Museo Cloisters, Nueva York), nos llevan a Aragón. Es anónima la capilla y sepulcro de Bernardo de Pau, en la catedral de Gerona, de gran empaque y complicada historia estética adivinada. Otras obras siguen teniendo interés, pero inferior al de la primera mitad de siglo. En concreto, en Barcelona, los Claperós son los mejores escultores.En Aragón es de destacar que se mantiene durante un tiempo la relación con los artistas catalanes que parecen en algún momento trabajar más para este reino, que en su Principado. El retablo de la Seo debió terminarse deprisa y corriendo en madera. La solución no debió convencer, porque a partir de un momento sobreviene un cambio que le va a transformar en una pieza modelo para el futuro aragonés. Es el alemán Hans Gmund de Suabia o Hans Piet d'Ansó el que protagoniza el primer cambio al encargarse de esculpir tres grandes escenas con la Epifanía entre la Transfiguración y la Ascensión. En 1467 comienza y en 1478 había muerto. Será Gil de Morlanes el Viejo el que culmine los doseles superiores. La abertura de un óculo en el centro le da un carácter eucarístico especial. Desde el momento en que la enorme fábrica se terminó se convirtió en punto de referencia indispensable para obras futuras, aunque estilísticamente estuviéramos en otro ámbito. Tal vez hay que llamar la atención sobre la rara unidad compositiva lograda, cuando la realización se debió a artistas tan distintos entre sí.
En la Corona de Castilla la segunda mitad de siglo presenta un panorama deslumbrante y agotador, por el número de empresas y las dimensiones de muchas, pese a todo lo que se ha destruido o anda disperso por lugares muy diferentes.
El cambio en Toledo lo protagoniza, sin duda, el equipo que viene con Hanequin de Bruselas. En la Puerta de los Leones trabajan varios nombres cuya obra puede ser individualizada y entre los que destaca por el papel que tendrá en el futuro Egas Cueman, hermano del arquitecto. Para Guadalupe realiza, entre otras obras, el sepulcro de Alonso de Velasco (1467-8) en el que destacan los enterrados arrodillados en oración, en vez de estar como yacentes, fórmula con antecedentes en el relieve, pero que ahora toma carta de naturaleza en lo castellano. Trabaja con Juan Guas en San Juan de los Reyes, verdadero muestrario de la escultura toledana de fines del siglo XV, aún sin estudiar en detalle.
La documentación cita también a otros artistas. El más huidizo es Sebastián de Almonacid, al que corresponden los ejemplares sepulcros de Alvaro de Luna y su esposa en la capilla a ellos dedicada en la catedral. En el entorno de Guas se mueve un grupo de escultores de alta calidad, pero de identificación no clarificada. Entre ellos estaría el autor de una obra paradigmática del otoño medieval, el sepulcro del Doncel, en la catedral de Sigüenza.No son tan importantes los retablos de madera. En el de pintura de la capilla del Condestable se incluye una escultura central, sistema bastante frecuente en otros lugares. De todos modos, hay que recordar que es en Toledo donde se fabrica una de las máquinas de madera más prodigiosas para su altar mayor. Su historia desborda el período tratado e implica a multitud de artistas.
También en esta ciudad trabaja Rodrigo Alemán, de procedencia nórdica. Su labor más difícil fue la de la sillería de la catedral toledana con un programa político-religioso ambicioso en sus respaldos: la campaña de la guerra de Granada, vista como cruzada. Por su cuenta, y en contraste con esta solemnidad, jugó en las misericordias con un lenguaje iconográfico burlón y obsceno.En la zona del Norte, destaca Burgos, por encima de los otros centros. Probablemente con Hans de Colonia vinieron escultores que labraron las figuras de la zona alta central y las torres de la fachada de la catedral, pero que son desconocidos por el lugar en que se colocó su obra. El sepulcro del obispo en su capilla es una pieza magistral, que ha motivado amplias discusiones sobre su autoría y fechas.