Época: Pintura
Inicio: Año 1300
Fin: Año 1500

Antecedente:
Pintura y miniatura en el Gótico Tardío

(C) Joaquín Yarza Luaces



Comentario

En distintas ocasiones se ha recalcado el trauma que la crisis que culmina en la Peste Negra supuso para la pintura italiana. Muerto ya Giotto y Duccio, por estos años desaparece Simone Martini y los Lorenzetti, mientras Maso di Banco, una de las grandes esperanzas entre los herederos de Giotto, también muere. Las distintas condiciones sociales y económicas inciden en un tipo de encargo que no siempre viene de los mismos estamentos que antes. Todo esto ha creado la impresión de una situación de catástrofe que hay que olvidar. De todo ello, resulta cierto que la experimentación sobre el espacio tan importante antes, deja de interesar momentáneamente, aunque otros puntos sufren una transformación. Otro punto importante es que el protagonismo de la experiencia que antes correspondía casi por igual a Florencia y Siena y, si acaso, Roma, cambia. La última ciudad ya había perdido ese papel desde que los papas se habían trasladado a Aviñón, mucho antes. Pero Siena tampoco recuperará ese especial camino de la experimentación. Es un centro extraordinario de pintura del que salen docenas de pintores interesantes, pero de un delicado arcaísmo. Otro aspecto interesante es la importancia progresiva de centros no toscanos.En Florencia, el que pretende ocupar el centro de atención es Andrea Cione, llamado Orcagna. Artista de diversas habilidades (arquitecto, escultor y pintor en los documentos), es, por encima de todo, pintor. Una de sus obras se cita como paradigma del nuevo orden, el Políptico Strozzi, encargado por esta rica familia y colocado en la iglesia dominica de Santa María Novella. Su fecha es de 1357. Es importante el aspecto de icono casi orientalizante que presentan casi todos los personajes, pero especialmente Cristo. El fondo dorado colabora a esta impresión. No hay una sola mención al espacio. La pintura florentina parece que había renunciado al mismo. En realidad, como paradigma representa una tendencia que no fue seguida por todos, ni aun por el propio Orcagna en otros momentos.En Santa María Novella todavía se dará otra importante experiencia, los frescos de la capilla de los Españoles o, en realidad, la sala capitular del monasterio entonces. Es un espacio grande, severo y monumental para el que encuentra el artista apropiado, Andrea Bonaiutti o de Firenze. Sabe dar la solemne monumentalidad que se requiere en la gigantesca Crucifixión del frente en alto. Pero renuncia a ella, sin perder solemnidad en las alegorías dominicas de los laterales, obligado por una complejidad de temas que se le imponen. Agnolo Gaddi es el artista del paso al período siguiente, trabajando entre otros lugares en la franciscana Santa Croce. Todavía alguna de las obras más características de Tadeo Gaddi se hacen antes en este período.En Siena son varios los artistas activos. Recordaría como intermedio con lo siguiente a Spinello Aretino, aunque son anteriores y tan interesantes Luca di Tomé y Niccoló di ser Sozzo. Este último es un excelente miniaturista, además. En Bolonia se siguen haciendo manuscritos jurídicos ilustrados y de otro tipo para una clientela de profesores, destacando un nombre que gozó de una fama que en parte no le correspondía: Niccoló de Bologna.Tal vez sea Altichiero de Verona el más destacado pintor de este período en Italia. Recoge mejor que la mayoría la herencia de Giotto, con un estilo monumental y grandioso en la composición y en la resolución de las figuras. En 1379 termina los frescos de la capilla de Santiago (hoy San Félix) en la iglesia de San Antonio en Padua, centrada en una Crucifixión enorme, que no deja de estar en el mismo clima de la que hizo Andrea Bonaiutti para Santa María Novella, pero con una paleta distinta, tal vez más rica. A partir de 1384 trabaja en el vecino oratorio de San Jorge, con un programa dedicado al santo, donde con frecuencia los enmarcamientos arquitectónicos le llevan a construcciones importantes compositivamente, pero también espacialmente.En Emilia trabaja Tomaso da Modena, interesante entre otras cosas porque su obra se conocerá en Bohemia, donde surge una poderosa escuela de pintura y miniatura.En Cataluña, las primeras generaciones de artistas italianizantes parecen desaparecer con la Peste o en su época. Después de unos años oscuros emerge una familia de hermanos, los Serra, que continúan en la línea marcada por sus antecesores. Pere es el más joven de los conocidos y el que tiene un catálogo más nutrido. No son grandes artistas, sino buenos representantes de una escuela poco exigente que produce obras amables para una clientela en la que el rey es menos importante y prima cada vez más el gremio y la parroquia. El gran retablo del Espíritu Santo de Manresa (1394) es su obra más importante.En Francia no es únicamente la Peste sino la guerra de los Cien Años la que determina una importante crisis. No obstante, perviven algunos de los grandes miniaturistas, como Jean le Noir, que ya habían colaborado con Pucelle o aparecen otros. Una obra excepcional destaca en la miniatura por muchos motivos: un ejemplar de Escritos del poeta Guilaume de Machaut de hacia 1350-1355 (París, Biblioteca Nacional), reunidos en vida del artista. El ilustrador es un artista delicado, quebradizo, que no huye ante la necesidad de traducir en imagen un bosque maravilloso.La subida al trono de Carlos V y la paz que sigue a una época de guerras le permite dedicarse a una de sus grandes aficiones: los libros. Para él trabajarán traductores, escritores y miniaturistas. La primera parte corresponde al período previo al internacional. El taller del excesivamente individualizado Maestro aux boqueteaux (bosquecillos) está a su servicio.Un caso aparte lo constituye Aviñón. Tal vez no sea tan interesante su mundo como en los años cuarenta y parte de los cincuenta, cuando coincidían Simone Martini y el Maestro del Códice de San Jorge o cuando Matteo Giovannetti debía cubrir con frescos capillas y cámaras. No obstante, sigue manteniendo su interés. Todavía no conocemos bien la producción de manuscritos, aunque consta que muchos fueron adquiridos por diversos hispanos, que tenían algunos intereses de diversa índole allí. La existencia de estas obras repartidas por bibliotecas de toda España señalan la existencia de una pintura desentendida de problemas espaciales y de una expresividad muy marcada que llega a la distorsión.