Época: GriegosPersas
Inicio: Año 481 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
Evolución de los acontecimientos



Comentario

Los problemas entre las ciudades griegas no cesan con la experiencia de Maratón ni con las expectativas de nuevos ataques persas. Sin que los detalles concretos que corresponden a este momento puedan precisarse con exactitud, sí resulta evidente que continúan los conflictos entre Argos y Esparta. Por su parte, Atenas sigue en guerra contra Egina. La unidad de los griegos frente a los persas fue más bien un deseo y, en todo caso, el resultado de la guerra, pero no una actitud previa que hubiera fraguado frente al peligro oriental.
No obstante, en el año 481, los partidarios de la resistencia a la invasión persa consiguieron celebrar una reunión de la que se conoce como Liga Helénica, en el istmo de Corinto, a donde enviaron probouloi muchas de las ciudades griegas. En primer lugar, estaba allí representada Esparta, como cabeza de la Liga del Peloponeso, lo que sirve de fundamento organizativo para la Liga Helénica y da pie al reconocimiento de la hegemonía espartana en la organización. También estaban Atenas y algunas ciudades vecinas, de Beocia y Eubea, pero no todas. De las primeras se encontraban presentes Platea y Tespias, de las segundas Calcis, Eretria y Estira. Corinto había acudido con sus colonias, aunque Corcira enviaría su ayuda con retraso. Entre algunas comunidades, como la de los tesalios, se perciben actitudes variadas, indicativas de las diferencias internas. No todos estaban, en efecto, con los Alévadas de Larisa, que habían buscado el apoyo persa para garantizarse el control de la situación dentro de la región. Los tebanos y otras ciudades beocias, no incluidas Platea y Tespias, aparecerán colaborando con los persas después de las Termópilas. Los locrios y algunos otros de los pueblos relacionados directamente con la Anfictionía délfica tomaron actitudes ambiguas. El mismo oráculo se mostraba en sus manifestaciones partidario de conservar la neutralidad y así lo declaraban a quienes le consultaban a este propósito, como los cretenses, que se negaron a participar en la Liga, los argivos, que continuaron enfrentados a Esparta, o los atenienses, a quienes dieron una respuesta que hubo de interpretar hábilmente Temístocles para garantizar la defensa activa.

El tirano Gelón de Siracusa, según Heródoto, no quiso participar, si no tenía él el mando. Para los espartanos, ello habría significado una ofensa a Agamenón, antepasado suyo, jefe de todos los griegos en la guerra de Troya. De hecho, su situación debía de ser difícil en la isla de Sicilia, como se demostraría en la inmediata batalla de Hímera, frente a los cartagineses, que la tradición hace coincidir con la de Salamina, en una sincronía que quiere significar la imposición del griego frente al bárbaro. Es la época en que la definición se consolida, como consecuencia de la difusión de la esclavitud como mercancía, donde el bárbaro aparecerá como esclavo por naturaleza.

En definitiva, los griegos, como se llamaba oficialmente la alianza, aunque el mando estuviera en manos espartanas, decidieron acabar las guerras y organizar conjuntamente la resistencia.