Comentario
La última dinastía meridional, la de los Nayaka, se independiza tras la derrota Talikota y se repliega hacia el sur, en Tamil Nadu, donde gobiernan sobre Maduraj, Thanjavur, Trichy, Gingi e Ikkari.Realmente, esta dinastía hindú se llamaba Tuluva y sus príncipes lucharon al lado de los Vijayanagar contra los islámicos, a los que infligieron sonadas derrotas, gracias a lo cual recuperaron territorios para consolidar el nuevo imperio hindú. Su fiel y valerosa actitud les hizo merecedores del título de Nayaka, el que enseña el camino, con el que han pasado a la historia.Se erigen en protectores de las artes y las letras y heredan el carácter universalista de sus antiguos soberanos, promoviendo el cultivo de amigos y aliados extranjeros. Una de las muestras más extravagantes y espectaculares del arte híbrido al que da lugar su actitud ecléctica es el Palacio Tirumalay Nayaka de Maduraj (construido en 1636 y renovado en 1870); este inmenso complejo palaciego fue diseñado por un anónimo arquitecto italiano y comprende residencias reales, harén, santuario, teatro, auditorio, sala de armas, jardines, estanques... y un hall de audiencias porticado a base de altísimas columnas monolíticas de orden corintio.También patrocinaron la reconstrucción de templos y fundaron ciudades de nueva planta, como Nagalapura y Tiruchchirappalli (popularmente Trichy) o Ciudad de la Roca Sagrada; ésta fue fundada en 1616 en torno a una enorme roca en la que se había construido primero un templo y después un fuerte, que presidirá en el siglo XVIII las guerras entre ingleses y franceses por el dominio del sur de la India.Los Nayaka son herederos del arte de Vijayanagar, cuyas características potencian hasta caer en un manierismo y virtuosismo técnico; pero siempre se distinguieron como urbanistas. Ejemplos notables en el campo civil son las dos últimas ciudades comentadas, pero donde destacan especialmente es en el urbanismo sagrado, y es precisamente a 4 km de Trichy donde se muestra con más éxito: en la ciudad-santuario de Srirangam, donde se rinde culto a Vishnu Ranganatha, o Vishnu cósmico dormido sobre la serpiente Ananta en el momento de la creación del mundo.Srirangam, rodeada de agua es una isla formada por los meandros del río Cauvery, donde los Nayaka construyeron de nueva planta la mayor ciudad-santuario y el mayor complejo dedicado a Vishnu; presenta un perímetro rectangular de 3.250 m, con siete murallas concéntricas perfectamente regulares, cuyo acceso se salva por 28 gopuram (en la actualidad terminados sólo 21).Lo mejor es su gran mandapa, con 953 pilares monolíticos de granito, cuya magnífica labra hace de cada pieza una obra de arte. La serie exterior de estos pilares muestra a los príncipes Nayaka montados en caballos en corbeta, bajo cuyas patas caen los enemigos, tanto humanos como míticos; en una de las mejores piezas vemos a un enemigo occidental (¿un soldado portugués?) clavar una espada a una mujer Nayaka que huye con un niño en brazos. Este conjunto de pilares exteriores de la mandapa de las mil columnas se individualiza, gracias a su excelencia, en el panorama del arte indio como la Cabalgata de Srirangam.Como otras muchas ciudades-santuarios, Srirangam es un lugar extraordinario para entrar en contacto con la realidad religiosa que rige toda la actuación de la vida cotidiana india. Es la última gran obra del sur de India y en su constante emulación veremos perpetuarse el arte hindú hasta nuestros días.