Época: Grecia ClásicaI
Inicio: Año 480 A. C.
Fin: Año 425 D.C.

Antecedente:
Evolución política de Atenas



Comentario

Dice Aristóteles que, en el período subsiguiente a las Guerras Médicas, en Atenas había gobernado el Areópago gracias a las medidas que había tomado en el momento de la batalla de Salamina. Se trata, pues, de un efecto del espíritu triunfalista, el mismo que llevaría a intervenir en favor de Esparta a propuesta de Cimón. Sin embargo, después del ostracismo de Temístocles, al inicio de la década de los sesenta, las circunstancias comienzan a cambiar, seguramente por causas no ajenas a dicha intervención.
En efecto, mientras Cimón estaba ausente, en 462-61, en Atenas, Efialtes lleva a cabo una serie de medidas que afectaban principalmente al Areópago, tanto porque fueron acusados muchos de sus miembros por delitos públicos, como porque la institución misma se vio privada de buena parte de sus funciones. En relación con el primer aspecto, cabe pensar que aquí se encuadre el desarrollo de las prácticas por las que los magistrados y cargos públicos se someten en Atenas a la rendición de cuentas. Nadie estará libre en la democracia de una sanción si su gestión no ha sido satisfactoria para el demos. En este sistema, donde en el aspecto económico los controles siguen en manos de las grandes familias, tal forma de supervisión popular limita la capacidad de los poderosos para ejercer sus cargos con impunidad.

Según Aristóteles, lo fundamental fue que privó al Areópago de su papel de guardián de las leyes y creó nuevos nomophylkes, para desempeñar esa función, mientras que otras fueron atribuidas al Consejo de los Quinientos, la boule, y a los tribunales, la Heliea, reclutada entre todos los miembros del demos. La consecuencia, en este aspecto, afecta al arcontado, al que se priva de la capacidad de dar un veredicto en cuestiones judiciales, ahora en manos del demos. Bien es verdad que, anteriormente, los arcontes, al haberse designado por sorteo, habían perdido funcionalidad política y atractivo como función desempeñada por la clase dominante, por lo que no tuvo tanta importancia en la fama que posteriormente acompañaba a las reformas de Efialtes, más atenta a lo que afectaba al Areópago, organismo entonces en auge. Ahora quedaría limitado al juicio por delitos de sangre, heredero de la justicia gentilicia, ya estatalizada en tiempos de Dracón. Ese papel venerable mantendría su prestigio, vinculado a la leyenda de la absolución de Orestes por el asesinato de su madre, timbre de gloria de la Atenas mítica que sirvió de resolución dramática conciliadora a la tragedia de los Atridas representada en la Orestiada esquilea, en el año 458.

Otra consecuencia fue el ostracismo de Cimón, coherente con la misma reacción del demos, en el plano institucional y en el plano individual. La represión de la revuelta de los tasios pudo colaborar, pues de allí volvía cuando sufrió la condena, porque tal vez ponía de relieve que las relaciones idílicas no eran posibles en el imperio tal como se iba configurando, ni siquiera entre griegos. La teórica continuación de la guerra contra los persas está empezando a dejar ver su otra cara, que afectaba a estas otras relaciones.