Época: Grecia ClásicaI
Inicio: Año 480 A. C.
Fin: Año 425

Antecedente:
Grecia Clásica: la Pentecontecia
Siguientes:
Imperio y evergetismo
Política laconizante
El Areópago
La democratización
Los privilegios de la ciudadanía
Democracia e Imperio
La oposición de Tucídides de Melesias
La oposición



Comentario

Tras la victoria contra los bárbaros, Temístocles parece especialmente preocupado por la posibilidad de que Esparta recupere la hegemonía griega. En ese marco hay que situar sus esfuerzos para la reconstrucción de los muros de Atenas, a la que se oponían los espartanos, que seguían proponiendo situar toda la defensa griega en el Peloponeso. Una vez más, Temístocles llevó a cabo una de las estratagemas que lo caracterizaban por las artimañas de su inteligencia y por su personalidad particular renovadora. Así se demostró, se dice, que Atenas estaba en condiciones de actuar por sí misma.
También se opuso a la propuesta espartana de castigar a quienes habían colaborado con los persas, pues eso podría significar el reconocimiento de la hegemonía espartana, al margen de que así Temístocles parecía defender las tradiciones representadas por el oráculo de Delfos e intentar que recuperara su prestigio. La expedición espartana que pretendía castigar a los tesalios, por otra parte, fracasó, lo que permitió afirmar la actitud defendida por Temístocles. Las acciones similares de Pausanias en el Egeo no hicieron más que proporcionarles problemas a los espartanos. Los conflictos internos subsiguientes hicieron que Esparta como tal dejara de constituir un problema para la afirmación momentánea del poder ateniense en el Egeo.

De este modo, cuando los espartanos quisieron implicar a Temístocles en sus acusaciones contra Pausanias, se encontraron con que aquél había caído en desgracia y había sido sometido al ostracismo, seguramente en 471, o tal vez un poco antes. Era el resultado del desarrollo expansivo, a costa de los persas, que se había iniciado con la formación de la Liga de Delos y que proporcionaba todo el prestigio a personajes como Arístides y Cimón, mientras que la hostilidad hacia Esparta quedaba fuera de los objetivos del pueblo ateniense, ahora enfervorizado por el triunfalismo y por la afirmación de la propia entidad griega frente a los bárbaros, circunstancias potenciadas por las posibilidades de acceso a las ganancias que se empezaban a vislumbrar como consecuencia del dominio del Egeo.

Tras el ostracismo, los atenienses reclamaron a Temístocles como colaborador de Pausanias en su política inclinada a una nueva colaboración con los persas. El ateniense, que había quedado inicialmente en Argos, lugar clave del Peloponeso para desarrollar una política antiespartana, huyó hacia el norte y, a través de Macedonia, se refugió junto a los persas, donde, paradójicamente, se dice que se dedicó a planear la posible recuperación del imperio del rey. La evolución política de la ciudad está condicionada por factores externos. Esparta y Persia, en sus vicisitudes internas, influyen en las actitudes cambiantes adoptadas por el pueblo ateniense y en los apoyos buscados por los políticos en el plano individual.