Comentario
El epígrafe de Checa Cremades, que hemos adoptado, nos parece el que mejor define lo que es la jardinística europea del momento, que surge en estrecho contacto con las realizaciones manieristas italianas al efecto. Sobre ello no queremos dejar de hacer unas breves consideraciones, como fenómeno íntimamente relacionado con el hecho arquitectónico.
Los jardines de la villa Medici en Pratolino (alrededores de Florencia), se constituyen en verdadero paradigma para la jardinística europea de fines del siglo XVI e inicios del XVII. Al respecto como en otros muchos sentidos, la labor teórica y práctica del ingeniero francés Salomón de Caus -prolongada hasta bien entrado el seiscientos por Isaac de Caus, presumiblemente su hijo- es fundamental. Su influyente libro "Les raisons de les forces mouvantes" (Frankfort, 1615), difunde por toda Europa, mediante excelentes grabados, las maravillas de Pratolino, con sus grutas, fuentes, ingenios mecánicos, etc.
Exiliado voluntariamente de Francia -era protestante-, de Caus desarrolló una importante labor en Inglaterra y Alemania. En este último país, diseñó el famoso Hortus Palatinus (1614-1620) del castillo de Heidelberg, que también reprodujo en grabados de su libro. El acceso a estos jardines es una portada dórica donde los fustes de sus columnas semejan troncos de árboles, adquiriendo así la arquitectura un sentido naturalista directo.
Los jardines franceses son acaso los de mayor independencia respecto a Italia. Según podemos colegir a través de los grabados de du Cerceau, se da una tendencia hacia una visión geométrica y racionalizada de la naturaleza, que desembocará en el jardín barroco francés del siglo XVII.
De todos modos y en general, se sigue el modelo italiano, planteando una visión lúdica y esotérica de la naturaleza, en plenas coordenadas manieristas, con importantes ejemplos, como el citado de Heidelberg, los jardines de Hellbrun (alrededores de Salzburgo), o los ingleses de Richmond, Hatfield u Oxford, a caballo entre los siglos XVI y XVII.
Todos los componentes del jardín manierista italiano, son desarrollados por los europeos: fuentes con sorprendentes juegos de agua, los laberintos, las pérgolas, las grutas, etc.; aquí la arquitectura rústica es ampliamente utilizada, como en la célebre Grotte des Pins (1543) que Francesco Primaticcio realizara en Fontainebleau.
También en Fontainebleau hallamos la portada (hacia 1535) del denominado Jardín de Diana que, traduciendo a arquitectura los componentes lúdicos dominantes en el jardín manierista, nos presenta como soportes una suerte de cariátides a lo egipcio. El carácter escenográfico-festivo de esta portada nos sirve de pretexto para incidir sobre la idea del jardín como escenario adecuado para todo tipo de fiestas, torneos, ballets, etc., consustanciales al Manierismo como arte cortesano.