Época: Kursk campaña
Inicio: Año 1943
Fin: Año 1944

Antecedente:
La tormenta estalla en el Este

(C) Miguel Angel Castillo



Comentario

La temida ofensiva soviética en el Este se desencadenó el 9 de junio en Finlandia, a cargo del Frente de Leningrado, bajo el mando del general Govorov, que lanzó sobre los dos frentes -uno a cada lado del Ladoga- 29 divisiones de infantería, dos divisiones de artillería, 4 brigadas de carros y 13 regimientos acorazados autónomos. En total, unos 350.000 hombres, con cerca de un millar de blindados, más de 400 tanques pesados y no menos de 2.000 piezas de artillería.
Para frenar esa avalancha disponía el general Mannerheim de 15 divisiones sólidamente fortificadas, divididas en dos frentes. Tras la primera línea tenía otras dos también prestas para la defensa escalonada del territorio.

Pero todo eso, más la habilidad de los jefes finlandeses y el valor de sus soldados, no podían compensar la abismal diferencia de medios con la que se enfrentaban. Conscientes de su inferioridad habían tratado los finlandeses de hallar una salida negociada a su enfrentamiento con la URSS cuando se inició la cadena de reveses alemanes año y pico antes. Con el apoyo de la diplomacia sueca y ciertas presiones angloamericanas, las negociaciones estuvieron a punto de concluir en acuerdos, pero las durísimas condiciones soviéticas hicieron que el presidente Risto Ryti las rechazara.

El 9 de junio, tras un intenso bombardeo aéreo, abrió fuego la artillería soviética, con una densidad superior a todo lo antes visto en esta guerra: de 300 a 400 tubos por kilómetro a lo largo de los 15 kilómetros del sector costero elegido para descargar el primer golpe... tal concentración artillera era posible porque a los cañones de Govorov se unieron los de la flota del Báltico, que llevaban toda la guerra embotellados en aquellas aguas.

Un día resistieron las líneas finlandesas el colosal ataque; al segundo, comenzaron a ceder en varios puntos. Stalin no contaba sus bajas y lanzaba sobre los soldados de Mannerheim oleada tras oleada de hombres, hasta embotar las defensas y rebasarlas. Así le ocurrió a un regimiento finlandés que soportó el 10 de junio el ataque de tres divisiones de la guardia, las tropas escogidas de la URSS. Evidentemente fue desbordado, aunque mantuviera obstinadas resistencias aisladas en algunos puntos; el rápido progreso soviético hizo retroceder precipitadamente a otras unidades, como la 10ª división, que hubo de abandonar su artillería para no quedar cercada. El día 11 Mannerheim hubo de ordenar la retirada a la línea VT a las seis divisiones que defendían el frente entre el lago Ladoga y el Golfo de Finlandia.

No mejoró en esa zona la situación y el ejército finlandés hubo de retroceder a su tercera línea, la VTK, y Mannerheim ordenó el abandono de Carelia a sus nuevas divisiones en ese frente, reforzando con la mitad de esas tropas al vapuleado ejército que había soportado todo el peso del ataque de Govorov entre el mar y el lago Ladoga. Con el resto de las divisiones retiradas de Carelia, Mannerheim formó un nuevo frente al norte del Ladoga. Su decisión fue muy afortunada porque los soviéticos lanzaron una ofensiva en tenaza desde el sur del lago Onega y desde el norte, pretendiendo embolsar allí a los finlandeses y cuando unieron sus tenazas, hallaron la bolsa vacía...

Pese a eso la situación de Helsinki era insostenible. Conscientes de que no podrían rechazar otro ataque soviético se dirigieron a Berlín en busca de auxilio. No estaba Alemania para grandes dispendios, atacada en Francia y amenazada en la URSS, pero Hitler deseaba mantener a Finlandia en la guerra tanto porque sus ejércitos tenían en jaque a un buen número de tropas soviéticas, como por la fuerza que eso le daba ante Suecia, principal suministrador de hierro de Alemania y, también, por las materias primas que compraba a los finlandeses. Así, envió a Helsinki a su ministro de Asuntos Exteriores, von Ribbentrop, en busca de un tratado entre ambos países.

Mannerheim se hallaba militarmente en situación desesperada. El día 20 saltaba la línea VTK (conocida como Línea Mannerheim) y los soviéticos penetraban en Vyvorg; Govorov, ascendido a mariscal dos días antes por su brillante campaña, exigió la rendición incondicional, pero sus tímidos ataques (5) fueron contenidos.

El 22 de junio llegó a Helsinki el ministro de asuntos exteriores del III Reich, Joaquim von Ribbentrop, un inepto del que se burlaba su colega Goebbels: "Ribbentrop es un ser extraordinario; a los cinco años era tan experto en política exterior como lo pueda será ahora". Pidió a los finlandeses un tratado de amistad y mutua ayuda, que unificará el esfuerzo militar de los dos países y les comprometiera a no firmar una paz por separado. A cambio, Alemania le apoyaría con todos sus medios.

El ministro alemán hubo de conformarse con la firma de un compromiso por parte del presidente Ryti de que Helsinki no firmaría la paz por separado con Moscú. A cambio de este acuerdo, que serviría a Finlandia para salirse de la guerra poco después, los alemanes entregaron su pequeña ayuda que, con todo, era mucho más que lo recibido (6).