Época: Grecia ClásicaI
Inicio: Año 480 A. C.
Fin: Año 425 D.C.

Antecedente:
De los conflictos locales a la guerra total



Comentario

Durante los años sucesivos, predominó en Atenas la actitud de pacifismo y de colaboración en relación con los espartanos. Para los dirigentes del proceso de expansión imperialista, el Egeo se podía dominar en lucha contra los persas y controlando a las ciudades rebeldes. Por cierto que, al parecer, los tasios habían conseguido que los espartanos prometieran que iban a invadir Atica para obligar a los atenienses a dispersar sus fuerzas, pero se interfirió la rebelión mesenia, ante la que los atenienses enviaron ayuda a los espartanos. Sin embargo, aquí se sitúa en gran medida el fin de la concordia entre Atenas y Esparta y del predominio en Atenas de la actitud partidaria de la convivencia. En 461, el político más representativo de la postula laconizante fue sometido al ostracismo. Fue la decisión contraria a la tomada un decenio antes contra Temístocles. Ahora, el demos ateniense busca la alianza con Argos, pero también con Mégara y los tesalios, nuevo sistema de relaciones, ya no situadas exclusivamente en el mar, como modo de expansión naval, sino vertido hacia las regiones peninsulares y a competir con Esparta en el control de los territorios vecinos. Si la alianza con Argos podía justificarse en la democracia coincidente en ambos sistemas políticos, el carácter dórico de Mégara y la aristocracia tesálica muestran que no siempre hay justificación étnica como en el imperio naval, ni política como en el caso argivo.
La alianza con Argos enfrenta a Atenas con Esparta, la alianza con Mégara la enfrenta a Corinto, a la que además cierra el paso hacia el norte. Atenas, por su parte, accede a los puertos de uno y otro golfo, en Pagas y Nisea. Este se proyectó, como el Pireo, con unos largos muros que lo unían a la ciudad. La posición marítima en el golfo se consolidó con el asentamiento en Naupacto, en la costa de Lócride, de los mesenios que habían hecho la tregua con los espartanos después de la rebelión.

Ciertamente, las acciones de los atenienses en los primeros años cincuenta se mantienen dentro de un escenario próximo, en el que la Argólide constituye al parecer el primer objetivo, fruto evidente de la colaboración con Argos. Primero fueron derrotados en Halieis, en el extremo meridional de la Argólide, por los de Epidauro y Corinto, pero luego obtuvieron una victoria en Cecrifalia, una de las islas situadas entre Epidauro y Egina. A partir de ahora se dedicaron fundamentalmente a atacar esta última isla. Una batalla, mencionada sólo por Pausanias cuando describe la Stoa Poikile (Pórtico Pintado) de Atenas, habría tenido lugar en Énoe, en Argólide, entre Esparta y Argos, ésta última apoyada por los atenienses. Ahí se habría fraguado la alianza y se habrían hecho manifiestas las hostilidades entre Atenas y Esparta, en una guerra cuya cronología inicial no es fácil de determinar. Para Russel Meiggs sería la previa y determinante de las acciones de Halieis y Cecrifalia.

El ataque ateniense a Egina promovió la defensa de los aliados peloponesios en varios terrenos. Por una parte, enviaron sus naves los de Corinto y Epidauro, pero no pudieron impedir que la isla se convirtiera en parte del imperio ateniense. Por otra parte, los corintios, con la intención de obligar a Atenas a aliviar su presión sobre Egina, enviaron una expedición a ocupar el territorio de Mégara, lo que sin duda respondía también a intereses propios en el control de territorios limítrofes. Ahora bien, no sólo no consiguieron debilitar las fuerzas atenienses ni expulsarlas del territorio de Mégara, sino que sufrieron una grave derrota frente a las tropas residuales atenienses, los más viejos y los más jóvenes dentro del espectro de la edad militar hoplítica, apoyados por tropas ligeras, que acorralaron a los corintios en un lugar sin salida. Las tropas atenienses iban bajo el mando de Mirónides, hijo de Calias.

Paralelamente, los habitantes de la Dóride, donde la tradición doria situaba la cuna de su etnia, antes del retorno de los Heráclidas, pidieron ayuda a Esparta porque estaban siendo objeto de ataques por parte de los focidios. Todos los dorios del Peloponeso colaboraron en la expedición de ayuda, que tuvo que atravesar en naves el golfo de Corinto, dada la ocupación de la Megáride. Cuando iban a regresar, supieron que los atenienses también controlaban el mar con su flota, por lo que tuvieron que esperar, ya que aquellos habían ocupado incluso los pasos de Geranea, en el Istmo. La actitud de la alianza de Atenas y Argos resulta claramente agresiva en estos momentos, lo que también se tradujo en una expedición de atenienses y argivos, apoyados en principio por la caballería tesalia, que se dirigió a hacer frente a los espartanos en Tanagra. La situación interna de Atenas obligaba a la acción, pues, al parecer, los oligarcas afectados por las reformas de Efialtes trataban de buscar apoyo espartano para derrocar la democracia. Habría sido peligroso que se acercaran en exceso a la ciudad las tropas del Peloponeso. Por ello también se ampliaron y fortalecieron los largos muros, que unían la ciudad a los puertos, con un nuevo tramo hacia el puerto de Fálero.