Comentario
Juan Gómez de Mora (1586-1648) es la figura más importante de la arquitectura española de la primera mitad del siglo, y además el creador de un "sistema arquitectónico racional y emblemático" -en palabras de Tovar Martín-, con el que dio respuesta a los planteamientos ideológicos y funcionales de la época, consiguiendo una perfecta síntesis entre la herencia clasicista y la naciente formulación barroca, basada en renovadas expresiones y experiencias.Como arquitecto de la Corona tuvo la posibilidad de desarrollar los ideales del mundo cortesano, convirtiendo la ciudad en un digno marco de la autoridad del soberano, en un momento de decadencia histórica que él soslayó definiendo un lenguaje destinado prioritariamente a reflejar el esplendor del poder absoluto. Partiendo de estas intenciones, y sin romper por completo con la tradición más próxima, logró crear un léxico específico y unitario, con el que determinó una tipología sobria y mesurada, pero a la vez plena de matices, que se convirtió en punto referencia¡ para épocas posteriores.Su educación humanística, su conocimiento y admiración por los tratados italianos y su formación como arquitecto dependen de su tío Francisco de Mora, con quien trabajó en Lerma en 1608. Tras el fallecimiento de éste continuó algunas de sus obras, como el madrileño palacio del Duque de Uceda (hoy Capitanía), y le sucedió en sus cargos de Trazador Mayor (1612), Maestro Mayor de las Obras Reales (1614) y de las de la Villa (1615), iniciando por estos años una larga y fecunda carrera, en la que llevó a cabo numerosas obras civiles, religiosas, de carácter efímero, trazas para retablos, etc.., que le proporcionaron fama y prestigio.En 1611 recibió el primer encargo importante de la Corona: la remodelación del alcázar, destinada fundamentalmente a unificar la fachada que por entonces poseía una apariencia irregular, debido a las sucesivas ampliaciones del edificio en el siglo XVI. Desaparecida esta resistencia real, hoy podemos conocer el trabajo de Gómez de Mora a través de la maqueta conservada en el Museo Municipal de Madrid. El diseño, marcadamente horizontal, presentaba dos pisos principales en altura levantados sobre un gran zócalo. Las dos torres con chapiteles de pizarra dispuestas en los ángulos recordaban el anterior carácter de fortaleza del edificio, pero la multiplicación de vanos y la importancia concedida a la portada central, con escudo en el ático y rematada por frontón, prestaba al conjunto un aspecto más urbano y moderno.Con las obras en el alcázar se inició la política constructiva de los monarcas, primero Felipe III y después Felipe IV, encaminada a proporcionar a Madrid la imagen monumental y representativa que requería la capitalidad. Gómez de Mora fue su principal artífice, y con esta intención realizó entre 1617 y 1619 la Plaza Mayor, el proyecto urbanístico más relevante que se acometió en el Madrid del XVII. Su trazado, que tiene un claro precedente en la de Valladolid, es rectangular con pórticos adintelados. y varios pisos de balcones, definiendo un espacio cerrado destinado a celebrar festejos y reuniones de carácter público. La función popular es esencial en la concepción de las plazas barrocas españolas, aunque su origen hay que buscarlo en el desarrollo de las instituciones municipales durante el reinado de los Reyes Católicos. En los lados norte y sur se levantan, respectivamente, las casas de la Panadería y de la Carnicería con aposentos reales en la planta alta y arcos en los pórticos en la primera de ellas. Ambas aparecen señaladas en alzado por pequeñas torres con chapiteles de pizarra, herederas de los modelos flamencos utilizados en la época de Felipe II, y uno de los elementos más característicos de la arquitectura civil de los Austrias.La fábrica original, en madera y ladrillo, propició importantes incendios que causaron graves daños al conjunto. El primero de ellos, acaecido en 1631, no tuvo consecuencias porque el propio Gómez de Mora reconstruyó las partes afectadas. El segundo se produjo en 1672, arruinando la primitiva casa de la Panadería. Tomás Román fue el encargado de sustituirla, construyendo la que actualmente existe con un estilo más decorativo. Tras el terrible incendio de 1790, el arquitecto neoclásico Juan de Villanueva configuró la plaza tal como hoy la conocemos, manteniéndose fiel al diseño de Gómez de Mora, aunque rebajó su altura y cerró con caserío las calles abiertas al recinto.Por estos mismos años inició la que sería su obra religiosa más grandiosa: la Clerecía o Colegio Real e iglesia de la Compañía de Jesús en Salamanca, fundación de la reina Margarita de Austria. En 1617 proyectó este impresionante conjunto, integrado por la iglesia, el claustro y dos grandes pabellones que enlazan los distintos sectores del Colegio, con capacidad para unos trescientos jesuitas. En 1628 dejó la dirección de los trabajos, que se prolongaron en el Colegio hasta 1642 y en el templo hasta 1665, siempre siguiendo sus diseños. El claustro y parte de las dependencias cercanas a él corresponden ya al siglo XVIII. La planta del templo es la habitual en las construcciones jesuíticas: de una sola nave, con capillas laterales intercomunicadas y amplio crucero cubierto por gran cúpula, aunque introduce la novedad de situar el coro en la capilla mayor. Sólo el cuerpo bajo de la fachada es obra suya; el segundo lo levantó siguiendo sus trazas el jesuita Pedro Mato, pero el resto fue finalizado ya en el XVIII por García de Quiñones, con el lenguaje decorativo y dinámico propio de esta centuria.El conjunto de la Clerecía, majestuoso y solemne tanto en el exterior como en el interior, demuestra la capacidad de Gómez de Mora para organizar espacios y manejar proporciones monumentales, y también su habilidad para crear la imagen de sólido poder deseada por la Compañía.Quizá por ser una obra ajena al carácter representativo de sus trabajos anteriores, el arquitecto se permitió experimentar y buscar nuevas fórmulas cuando trazó en 1618 la iglesia del convento de monjas bernardas de Alcalá de Henares, por encargo del cardenal de Toledo don Bernardo de Sandoval y Rojas. Por primera vez en el barroco español se emplea una planta oval, con capillas elípticas y cuadrangulares alternadas, de indudable inspiración italiana. Con criterios de expresión barroca combina dos movimientos contrapuestos, el central y el longitudinal, tratando el espacio como un sistema abierto que carece de antecedentes en la arquitectura hispana.También utiliza una planta central en su diseño octogonal para el panteón del monasterio de El Escorial (1619), aunque en esta ocasión se ve obligado a ello por el planteamiento general definido por Herrera para los enterramientos reales en el siglo anterior. Las urnas funerarias ocupan seis de los cuerpos del alzado, mientras que en los dos restantes dispone el altar y la puerta de acceso, separando los espacios con pilastras de orden corintio. Aunque en el trazado y en la disposición de los sarcófagos se respetaron las ideas de Herrera, el resultado es creación personal de Gómez de Mora, destacando el refinamiento y el cromatismo de los elementos decorativos, en algunos de los cuales intervino Crescenzi, lo que motivó que erróneamente le fuera atribuida esta obra en alguna ocasión.El orden compositivo, la elegancia y sobriedad de los volúmenes, y el diseño geométrico que definen su estilo, aparecen magníficamente expresados en otras dos obras proyectadas por el arquitecto para la capital: la Cárcel de Corte y el Ayuntamiento.La primera de ellas, hoy Ministerio de Asuntos Exteriores, fue trazada en 1629, terminándose en lo fundamental en 1636. El espacio interior se organiza en torno a dos patios, comunicados entre sí mediante arquerías, mostrando un claro recuerdo del Hospital Tavera de Toledo -de Alonso de Covarrubias-, mientras que el exterior presenta una estructura horizontal, que es contrarrestada por las torres con chapiteles de pizarra dispuestas en los ángulos y la marcada verticalidad de la portada. La importancia concedida a los vanos y el aspecto polícromo del edificio, resultante de la utilización del ladrillo y de la piedra como materiales constructivos, completan las características de esta obra, muy similares a las del Ayuntamiento, aunque éste posee un único patio interior y dos puertas, determinadas por su doble función: como Casa Consistorial y como cárcel de la villa. Trazado también en 1629, los trabajos no se iniciaron hasta 1644, siendo concluidos en los últimos años del siglo tras la intervención de varios arquitectos -José de Villarreal, José del Olmo, Ardemans-, que modificaron el proyecto original aunque no en lo esencial.Estas dos últimas obras resumen la tipología creada por Gómez de Mora en su esfuerzo por hallar un lenguaje sistematizado y racional, que cumpliera la función exigida a la arquitectura de su tiempo. Sintetizando la tradición anterior -Luis de Vega, Alonso de Covarrubias, Juan Bautista de Toledo, Juan de Herrera-, y los nuevos planteamientos del Barroco, tanto estéticos como ideológicos, logró definir un modelo arquitectónico que no sólo puso las bases de un estilo auténticamente nacional, sino que además se convirtió eh el paradigma de toda una época.