Época: GreciaClásicaII
Inicio: Año 413 A. C.
Fin: Año 410 D.C.

Antecedente:
La Guerra del Peloponeso



Comentario

En estos momentos, dadas las circunstancias, renacen las esperanzas persas en Asia Menor, en el reino de Darío II. De este modo, se llega a un pacto con los espartanos, dispuestos a cederles el control sobre esos territorios a través del debilitamiento de Atenas y la desaparición del imperio. Entre los persas sobresale ahora el papel del sátrapa Tisafernes que, paralelamente, establece conversaciones con Alcibíades, que empieza a no ver claro con los espartanos.
Entre tanto en Atenas, las circunstancias de la derrota llevaron al establecimiento de medidas excepcionales que se plasmaron, primero, en el nombramiento de diez probouloi, consejeros que promovían la legislación previamente a cualquier decisión de la asamblea. Aristóteles sabe que el sistema probuléutico tiende a favorecer a la oligarquía. De hecho crecieron sus actividades hasta que, en 411, se estableció la oligarquía de los cuatrocientos, donde sólo votaban los miembros de una boulé de número reducido. Más tarde, el sistema se transformó en una oligarquía hoplítica, donde había cinco mil con derechos políticos, definidos como los poseedores de hopla, de las armas propias de los hoplitas. Esto significaba efectivamente una reducción de los derechos del demos, agravada por el hecho de que se abolieran las pagas de que eran beneficiarios los pertenecientes a la clase subhoplítica, los thetes. Parece que en este proceso participó Sófocles, el dramaturgo, clásico representante de la moderación. Por su parte, el historiador Tucídides pensaba que era el mejor gobierno desde la muerte de Pericles. Seguramente respondía a las aspiraciones de quienes todavía esperaban recuperar aquel sistema identificado con la concordia y la convivencia pacífica de las diferentes clases, lo que resultaba difícil tras las profundas transformaciones que están sucediendo durante la guerra.

El proceso, con todo, ha sido complejo. Cuando se estableció la oligarquía en Atenas, la flota, que se hallaba en Samos, permaneció fiel a la democracia. Parece que Alcibíades desempeñó un importante papel para que ambos bandos aceptaran la situación intermedia representada por los cinco mil. Según Tucídides, Terámenes hablaba del miedo de los oligarcas a la flota de Samos. El argumento de Pisandro, de que la democracia era incapaz de continuar la guerra, colaboró a que se aceptara el regreso moderado a la situación en que participaban los hoplitas. De hecho, sin embargo, inmediatamente la política oligárquica se dirigió a la búsqueda de la paz con Esparta. Terámenes se define como personaje característico de este momento, de equilibrio entre la recuperación democrática y el dominio de la oligarquía. Su apoyo se encuentra en los hoplitas, temerosos de caer bajo el control de una oligarquía tiránica, pero insegura, al mismo tiempo, ante la democracia imperialista.