Época: Barroco16
Inicio: Año 1500
Fin: Año 1750


(C) Victor Nieto y Alicia Cámara



Comentario

El descubrimiento de un Nuevo Mundo por parte de la monarquía española se incorporó a la misma imagen de esa monarquía: lo mismo que en el arco triunfal para la entrada del emperador Carlos V en Milán en 1541, a los pies de la figura ecuestre del emperador se representaba un indio americano además de un moro y un turco, también Santiago pudo ser mataindios y no sólo matamoros en alguna ocasión. Pero a pesar de la sincronía de imágenes que se produjo a veces a uno y otro lado del Atlántico, el arte iberoamericano tuvo su propio ritmo.El arte del período colonial distó mucho de ser una unidad compacta y cerrada. Al igual que el arte español de la época, presenta variedades regionales notables. Si durante el siglo XVI la producción artística se movió en el marco de unos planteamientos comunes, el Barroco aparece como una suma de opciones en las que van apareciendo, bajo un común denominador estilístico, numerosos rasgos autóctonos. El arte se hace más introvertido y convierte lo foráneo, mediante la repetición y modificación, en algo propio. Se desarrolla así un virtuosismo de lo vernáculo que genera diferencias notables, a veces con acentos mestizos, entre los distintos centros artísticos. Queremos decir con esto que en América el Barroco no es él arte de una periferia en dependencia de un centro, sino el resultado de una doble resonancia en la que también se produce este mismo fenómeno y contradicciones entre los centros principales y las soluciones periféricas. De ahí su gran atractivo como fenómeno en el que cristalizan unas formas particulares de transmisión de técnicas y formas, de migración de repertorios, de adaptación y remodelación.Con independencia de estos componentes autóctonos, el arte iberoamericano no puede ser comprendido desvinculado del proceso artístico occidental de estos siglos. Lo que se plantea es un proceso oscilante de aproximación y alejamiento, la imitación y la confrontación, con respecto a la normatividad de los diferentes sistemas artísticos o, para usar un término convencional, de los estilos. La relación o distancia con los modelos, la búsqueda de un modelo propio o la interpretación de los foráneos produjo un inagotable efecto de sístole y diástole marcado por la vida, la historia, la sociedad y el medio americano.