Época: Cd1019
Inicio: Año 1800
Fin: Año 1850

Antecedente:
El paisaje y otras naturalezas románticas

(C) Virginia Tovar Martín



Comentario

El espontáneo desarrollo del tema de la montaña en el paisajismo dio pie a tratados de pintura especializados. Tal es el libro de Alexander Cozens (h. 1717-1786) "Nuevo método para asesorar a la inventiva al dibujar composiciones paisajísticas originales". El ensayo práctico de Cozens, que publicó poco antes de su muerte, servía al pintor de taller en la ejecución de paisajes, bien para estimular la imaginación, bien para aprender a recrear paisajes vistos, a veces con la ayuda de dibujos realizados al aire libre. El método de Cozens era empirista, y enseñaba la técnica de la mancha casual, conocida desde Leonardo, como forma abstracta que exhorta a la fantasía del artista para intuir en ella un paisaje. Aun el propio Constable elogió sin reservas el ensayo de Cozens y aprendió de sus sugerencias. El hijo de Alexander, J. R. Cozens, antes nombrado, realizó en los años 70 y 80 del XVIII viajes a los Alpes suizos e italianos de los que dejó numerosas vistas a la acuarela. Aprovechó técnicas similares a la de la sugestiva mancha, pero las diferentes versiones de sus motivos hacen ver la inquietud verista, fiel, de su forma de imitación.Poco posterior al tratado de Cozens es el libro del pintor Pierre Henri de Valenciennes (1750-1819) "Elementos de perspectiva práctica". También éste se centraba en los problemas prácticos que afectan a la representación de la naturaleza empírica. Los interesantes paisajes de Valenciennes, generalmente óleos sobre papel, no son sino estudios de los efectos plásticos que puedan hacer de equivalentes de los fenómenos naturales. En su pintura, como en su tratado, se entrega al estudio de fenómenos naturales -nubes o cualesquiera constelaciones atmosféricas- sobre la base de los recursos técnicos que puede emplear el pintor. Y a esto se aplica con un rigor naturalista que, repetimos, es un componente importante en el paisaje del 1800, generalmente tan lleno de arrobo, ensoñación y estímulos irracionales que tal vez olvidamos este otro factor, que no contradice lo demás.La incidencia del tratado de Valenciennes fue, de todos modos, menor. En el Romanticismo francés el paisaje no ocupó un lugar eminente, como ocurrió en las escuelas británica y germana, para las que resultó una vía privilegiada de renovación artística. Habría que remitir a los paisajes de Delacroix y a incidencias puntuales de los paisajistas ingleses en la pintura francesa. Existen algunos motivos para considerar la obra de Camille Corot (1796-1875) dentro del paisajismo romántico, pero su personalísima factura y su naturalismo lírico abren una constelación nueva en el paisaje que es más sensato considerar dentro de la época de los pintores de Barbizon.Los escritos de Cozens y Valenciennes no son, ni mucho menos, los únicos tratados artísticos que vindicaron los valores del paisaje. De 1770 data la "Carta sobre la pintura de paisaje" del pintor suizo Salomon Gessner. En 1809 aparece el escrito de Carl Grass "Algunas observaciones sobre pintura de paisaje" y el clasicista Philipp Hackert escribió también "Sobre pintura de paisaje" (1811). Además, en este período son muchas las referencias que existen a los asuntos del paisajismo en la teoría artística no específica. El esfuerzo de la literatura, como el de los pintores, se orientaba a hacer emerger la pintura de paisaje, darle un rango digno, y hacerla equiparable con la pintura de tema. Puesto que toda la doctrina académica, por no decir la teoría artística afianzada, había postergado el paisaje como género menor. Esa desventaja es la que justifica las apasionadas palabras de un Carl Grass sobre el paisajismo: "¿No es la pintura de paisaje precisamente aquella en la que tanto queda por hacer, y en la que, si no se abren nuevos caminos, el genio debe andar, pese a todo, su propia senda? [...] La pintura de paisaje no abarca menos de todo aquello que se ofrece a nuestra vista, y gracias a ella, por así decirlo, contemplamos en el real un mundo nuevo. [...] ¿Qué gama de imágenes y fines se presenta aquí al espectador, desde la más sencilla imitación de lo verdadero, siguiendo la escala de lo ameno, lo gracioso, lo naif, hasta la más elevada poesía de lo romántico y lo sublime?".Carl Grass formula los argumentos fundamentales que confieren primacía al género del paisaje en el Romanticismo. Es una región artística a explorar y susceptible de poder encarnar hasta la más elevada poesía. Un teórico que exalta ilimitadamente el paisaje romántico es Carl Gustav Carus (1789-1869), médico e investigador, y pintor que sigue los pasos de Caspar David Friedrich. Publicó sus "Cartas sobre la pintura de paisaje" en 1815, y en versión ampliada, nuevamente en 1835. El tema de la montaña sirve en sus cuadros para evocar introspecciones y sentimientos piadosos con la experiencia del paisaje, como lo sugiere también en sus Cartas.Muy significativo es su cuadro Monumento a la memoria de Goethe (1832), pintado a la muerte de éste, cuya obra fue su gran referencia intelectual. Pintó en él, colocado en lo alto de una montaña, un sarcófago vagamente neogótico con unos ángeles orantes que hacía las veces de altar en el que se solemnizaba el alma del poeta difunto en la Iglesia de la naturaleza. La presencia del poeta se disuelve en la infinita y sagrada vida de la inmensa naturaleza que lo celebra y recibe.