Época: China
Inicio: Año 1368
Fin: Año 1644 D.C.

Siguientes:
Una nueva capital: Beijing
La naturaleza y el arte
Un arte imperial: la porcelana ming
Pintura ming

(C) Virginia Tovar Martín



Comentario

La dinastía Ming (1368-1644) fue la última dinastía propiamente china, ya que estuvo precedida por una de origen mogol (Yuan) y seguida por otra de origen manchú (Qing).
El germen de la dinastía Ming lo constituyó una sucesión de sublevaciones populares, cuyas causas hay que buscarlas en la corrupción interna de la corte Yuan, unida a una serie de desastres naturales (desbordamiento de los grandes ríos, pérdida de cosechas) así como en el empobrecimiento del campesinado chino. La diversidad de componentes y su interrelación hace difícil encontrar una única causa que motivara la creación de grupos dispersos por el país unidos por un mismo afán: derrocar a la dinastía reinante.

La crisis social y económica se agudizó durante el reinado del último emperador mogol y fue aprovechada por sectas de origen mesiánico (Turbantes Rojos, Loto Blanco...) que, bien organizadas, fueron oponiéndose militarmente al ejército imperial. En estas luchas destacó Zhu Yuanzhang, hombre de origen campesino, que aglutinó a diferentes grupos sublevados, y se autoproclamó Duque de Wu tras la anexión de la zona central de China. El inicial carácter popular de esta revuelta fue adulterándose a medida que se unían a él miembros de las clases económica y socialmente fuertes, variando los fines del movimiento, cuyo principal objetivo pasó a ser de carácter nacionalista, esto es, el derrocamiento de la dinastía extranjera. En el año 1368, los rebeldes tomaron Dadu, la capital, y Zhu Yuanzhang fue nombrado en Nanjing emperador de China con el nombre de reinado de Hongwu (hueste universal). Para esta nueva dinastía Hongwu eligió el nombre de Ming, formado por los caracteres del sol y la luna, que significan brillante, estableciendo la capital en Nanjing.

En 1387 reunificó todo el país, comenzando a hacer realidad la reorganización del imperio. La administración imperial central fue estructurada siguiendo los modelos de las anteriores dinastías chinas y reforzada por un marcado carácter absolutista. Hongwu, de origen campesino, fue paradójicamente el emperador más conservador de toda la dinastía, celoso de innovaciones y de los grupos de poder cercanos a la corte.

Se reinstauraron de nuevo los exámenes para acceder al cuerpo de funcionarios, cuyas áreas de influencia se vieron limitadas por el emperador. Si en la dinastía Song los diferentes organismos tuvieron una relativa autonomía dependiendo del control de los funcionarios, Hongwu, temeroso de sus influencias, concentró todo el poder en sus manos.

Con la nueva organización administrativa, el emperador Hongwu consiguió relanzar la maltrecha situación económica y dotar al país de un sentido de cohesión nacional y prestigio en el exterior, sentando los principios de actuación política y económica de los siglos XV y XVI.

En política exterior, los sucesores de Hongwu afianzaron la posición de China en el sudeste asiático, teniendo la mayor parte de los países que aceptar de nuevo el carácter de estados tributarios. Durante el siglo XV, se mostró de un modo práctico la superioridad técnica china en el campo de las aplicaciones en navegación. Este desarrollo permitió a los navegantes chinos llegar hasta el Golfo Pérsico y mantener un comercio constante con todos los puertos asiáticos. Zheng He (1371-h. 1434), uno de los expedicionarios más conocidos de esta época, navegó a principios del siglo XV hacia Java y Sumatra (1405), Sri Lanka (1408-11) e incluso al puerto de Jidda en el Golfo Pérsico (1412-1415). Sus viajes fueron seguidos de la publicación de diferentes libros ("Los reinos bárbaros de los océanos occidentales", "Maravillas de los océanos") así como del desarrollo de la cartografía y técnicas de navegación.

Sin embargo, la segunda mitad del siglo XV conoció un retroceso en el control marítimo de los mares circundantes. En vez de potenciar la creación de una flota defensiva y comercial, la marina china dedicó sus esfuerzos a proteger la costa frente a la amenaza constante de los piratas japoneses. La gran longitud de costa hizo esta tarea inoperante, continuando los ataques y el comercio de contrabando.

En el segundo tercio del siglo XVI llegaron por primera vez, vía marítima, los occidentales a China. En 1517 arribaron a las costas de Guandong los portugueses, iniciando su penetración comercial, cuyo resultado más visible fue su establecimiento en Macao en el 1557. A estos primeros contactos les sucedió la llegada de misioneros jesuitas y comerciantes holandeses.

Por el norte continuaron las amenazas de las tribus mogolas asentadas en Manchuria, a base de constantes escaramuzas militares que obligaron a un reforzamiento de la línea defensiva. Esta línea seguía el antiguo trazado de las murallas levantadas en siglos anteriores, desde tiempos del emperador Qinshi Huangdi (siglo IV a. C.). Por ello, durante el siglo XV, se reconstruyeron las antiguas murallas junto con una segunda línea de defensa, de una longitud total de más de cinco mil kilómetros. La Gran Muralla fue levantada de nuevo para evitar los ataques militares y para dividir dos mundos aún irreconciliables. En el siglo XVII y tras la invasión manchú, la muralla perdería su valor militar al pasar Manchuria a formar parte del imperio chino.

En el interior del país se rehizo la economía rural, así como el sistema impositivo y se concedió una gran importancia al comercio interior y exterior. El Estado redujo su presión directa sobre las transacciones comerciales internas, permitiendo el auge y desarrollo de la clase mercantil ubicada en el sur de China. Sin embargo, hasta 1567, se mantuvo la prohibición para los particulares de comerciar con el exterior.

Durante los últimos años del siglo XVI fueron fraguándose los primeros síntomas del fin de una dinastía que hacía honor a su nombre brillante. Las fronteras comenzaron a verse amenazadas por las ofensivas mogolas y los ataques de los piratas japoneses amenazaban el comercio exterior. En el interior los gastos cada vez se hacían más insostenibles y, a pesar de los esfuerzos del emperador Longqing (r. 1567-1573) preocupado por la justicia social, la reforma agraria y la reducción de gastos en la corte, no lograron contener más que momentáneamente los inicios de la crisis.

Los eunucos de la corte controlaban todos los aspectos económicos y políticos con un fuerte componente de corrupción que les enriquecía, en detrimento de la población. Para hacer frente a los enormes gastos de una corte cada día más numerosa e improductiva, se decretó una fuerte subida de impuestos que acarreó la ruina de multitud de empresas artesanales y el consiguiente descontento social. El intento de reacción, creando grupos leales a la corte enfrentados a los eunucos, no hizo más que agravar la crisis, poniendo en tela de juicio el propio sistema absolutista. En fin, la anarquía general, la ruina de las finanzas públicas, el suicidio del emperador y la debilidad de los ejércitos crearon la situación más propicia para que los amenazantes vecinos manchúes, a los que habían llamado en auxilio ciertas facciones de la corte, no encontrasen ninguna resistencia que les impidiese el inicio de una invasión que culminaría en 1644 con la proclamación de la dinastía manchú, llamada Qing.

La vida cultural de la dinastía Ming careció de uniformidad, si se tiene en cuenta que estamos analizando un período histórico que abarca casi tres siglos. La impresión de libros adquirió un gran auge ligado al desarrollo de la emergente clase social de mercaderes y burguesía urbana, menos selectiva intelectualmente, pero ávida de ocio. Las novelas, los libros de historia y los dramas escritos en lenguaje popular, fueron los géneros más demandados. Entre ellos, cabe citar la "Historia de los Tres Reinos", compendio novelado de estratagemas militares y "La Historia de la Ribera". Ya en la segunda mitad del siglo XV se asistió a un cambio en el gusto de los lectores, prefiriéndose la crítica y sátira de las intrigas y corrupciones de la corte ambientadas en épocas anteriores.

La novela "Jinpingmei" (Flores de ciruelo en un jarro de oro), de carácter costumbrista, relata las condiciones sociales de los últimos años de la dinastía Ming, situando a sus personajes en los siglos XII y XVIII. De gran éxito entre la burguesía de su tiempo, fue prohibida en 1687, tachándola de pornográfica.

El afán enciclopédico del emperador Yongle (r. 1402-1424) quedó reflejado en la recopilación de una enorme colección de obras diversas, titulada "Yongle dadian" o "Gran enciclopedia de Yongle", que contenía más de once mil volúmenes, y de los que hoy sólo quedan sesenta, tras haber sido destruidos por las tropas británicas y francesas en el siglo XIX, durante el saqueo del Palacio de Verano.

Pero no sólo se publicaron obras literarias, sino que aparecieron gran número de publicaciones de carácter científico, relacionadas con los campos de la filología histórica, las matemáticas, la medicina, y todos aquellos de carácter práctico (botánica, agricultura, geografía...).

La creación de Beijing como nueva capital fomentó el desarrollo de todas las artes. La arquitectura tuvo un papel predominante en la construcción de palacios y templos; la escultura ornamentó las tumbas imperiales, mientras que la pintura, caligrafía y porcelana mantuvieron su categoría de arte mayor unidas, en unos casos, a la corte y, en otros, a la clase ilustrada centrada en el sur del país. Otras artes decorativas, como la laca, esmalte, jade, bronce... engalanaron el interior de palacios y templos, recreándose en el pasado o bien incorporando nuevos repertorios formales y técnicos.