Época: China3
Inicio: Año 1644
Fin: Año 1911

Antecedente:
Dinastía Qing: el ocaso de un imperio

(C) Virginia Tovar Martín



Comentario

De porcelana, marfil, laca, esmalte, cristal o piedras duras se realizaron a partir del siglo XVII unos pequeños botes utilizados para guardar tabaco, conocidos como tabaqueras. El tabaco lo introdujeron los portugueses en China a fines del siglo XVI, siendo difundido su uso entre las clases elevadas como medicamento para las más diversas curaciones: el asma, las afecciones de garganta, el mal de ojo, el apéndice... tenían cura con estas hierbas extranjeras utilizadas aún en pequeñas dosis. Al convertirse en una moda, pronto aparecieron unos recipientes pequeños que, como objeto cotidiano, acabaron convirtiéndose en obras de arte. La forma de las tabaqueras procede de aquellos frascos destinados a guardar medicamentos, con algunas variaciones para su nuevo uso. De 10 a 15 cm de longitud, su cuerpo globular termina en un cuello alargado, cuya boca se cierra con un botón o tapa, ricamente ornamentado, al que está sujeto una espátula realizada en marfil o asta.
Su uso no se generaliza hasta el reinado del emperador Qianlong, si bien existen algunas tabaqueras en porcelana con marcas de Kangxi, consideradas fraudulentas. Estilísticamente son parejas a las obras realizadas coetáneamente destinadas a otros usos, esto es, son reflejo de las vajillas de la época tanto en lo que respecta a los aspectos técnicos, como a los iconográficos. El centro de producción se situó en Beijing, si bien muchas de las realizadas en cristal se manufacturaban en Cantón y posteriormente se decoraban en los talleres de la Ciudad Prohibida. La curiosidad de estas piezas reside en la variedad de materiales, especialmente aquellas realizadas en piedras duras que imitan por su color y veteado al jade, al marfil, al cuerno de rinoceronte, todos ellos de costosa y escasa producción. A partir del siglo XVIII se valoraron las tabaqueras realizadas en cristal y su interior pintado con bellas y delicadas escenas procedentes de la tradición literaria. Como parte de la indumentaria, pendían de los cinturones, junto con la funda de los palillos, los abanicos, etc.