Comentario
Dentro del mundo helenístico de los reinos una vez configurados como tales, según las características específicas del territorio de su asentamiento, así como las vicisitudes de su historia particular en el proceso de su formación, cada una de las monarquías, dentro de un mundo globalmente unitario, tiende a marcar su propia especificidad.
Dentro de un sistema que tiende a identificar al estado con el monarca, para crear un eje integrador de la nobleza, que interviene con la prestión de donaciones y la obtención de los cargos de la burocracia, pueden considerarse diferencias importantes. Así, en Macedonia, a la muerte de Alejandro, existe un intento de recuperar la que se define como monarquía primitiva, basada en la asamblea militar. El proceso de helenización ha consistido fundamentalmente en la creación de ciudades integradas en el sistema económico esclavista, pero sin autonomía real en el ámbito político. Grecia se convirtió en el objetivo específico de los jefes militares, sobre todo de Antígono y Demetrio, con lo que se pretende también que la ciudad griega pierda igualmente su autonomía política. Ello plantea problemas de reacción, pero también de aceptación, pues para muchos era el modo de obtener la sumisión de las poblaciones más pobres, ahora sin derechos políticos en que apoyar sus reivindicaciones.
Para Antígono y Demetrio, su papel de defensores del demos fue el que les permitió controlar la situación al tiempo que ganaban el apoyo popular para hacerse con el título de rey. Los reyes desempeñan el papel de ejes de la helenización y de la integración de los griegos en el sistema monárquico. Pirro favorece la helenización del Epiro, al tiempo que intenta controlar Grecia aplicando el sistema monárquico. Éxitos y fracasos forman el amplio mosaico en que se aplica de modo variado el sistema general. En Macedonia, todavía Antígono Dosón pretende gobernar como representante de la comunidad de los macedonios. Su situación se mantuvo en genera en un difícil equilibrio entre las tradiciones macedónicas y las mutaciones operadas según se iban produciendo las intervenciones en ciudades que los acogen como reyes evergéticos y soteriológicos, capaces de beneficiar a sus poblaciones y de salvar a sus habitantes más desdichados, elementos que los elevan a un estadio sublime ante sus súbditos. La presencia de guarniciones y gobernadores inclina otras veces el panorama hacia la visión de una monarquía autoritaria.
Las transformaciones fueron en todo caso más radicales en las monarquías que se superponen en los territorios orientales a sistemas monárquicos de mayor tradición despótica. Es el caso de Egipto, donde la confluencia de un Alejandro influido por la tradición de la realeza amónica en tiempos en que los faraones han experimentado anteriormente un importante proceso de helenización, da el resultado híbrido o sintético representado por los Lágidas. La estructura social conserva su base apoyada en las grandes propiedades trabajadas por las masas de campesinos. La administración está en manos de los griegos, conocida específicamente gracias a la colecciones de papiros halladas en las excavaciones, sobre todo las del archivo de Zenón, que administraba grandes extensiones explotadas y grandes sumas de dinero, obtenidas con el trabajo de masas que no pueden considerarse propiamente de esclavos, sino de poblaciones serviles similares a las existentes previamente en el Egipto faraónico. Las rentas de los Lágidas se calculan en el equivalente a una cantidad entre 500.000 y 750.000 salarios de trabajadores. Por encima de la administración griega, el rey lágida ocupa posiciones propias de los antiguos faraones.
Lo mismo ocurre con la monarquía seléucida en Siria, donde los reyes heredan el sistema aqueménida y se, convierten en los propietarios de la mayor parte de las tierras, aunque en muchos casos aquí las administran a través de los templos o de las ciudades como formas de organización, que obtienen así una mayor entidad. A ello se añade un elemento específico y creciente constituido por el importante control del comercio en las rutas orientales que conectan con zonas productoras de objetos de lujo. El rey se convierte en la mayor entidad económica, por lo que la competencia por la realeza y los controles del territorio se hacen igualmente instrumentos de control de los medios de producción. El panorama se hace aún más variado si se tienen en cuenta las monarquías menores, como la de los Atálidas de Pérgamo, capaces de mantener formas externas próximas a la de los Antigónidas, pero igualmente dominados por la tendencia a la expresión lujosa de la realeza que se manifiesta tan claramente en el famoso altar de Pérgamo, representante simbólico del mundo helenístico de la realeza en su totalidad.