Época: XX7
Inicio: Año 1910
Fin: Año 1915

Antecedente:
El expresionismo. El Puente

(C) Virginia Tovar Martín



Comentario

En febrero de 1906, después de una exposición de Nolde en la galería Arnold de Dresde, recibió una carta en la que, entre otras cosas, se leía: "El grupo de artistas Die Brücke... consideraría un honor tenerle a usted entre sus miembros... Pero... decida lo que decida, nosotros queremos... rendir homenaje a sus tempestades de color".Emil Nolde (1867-1956) era mayor que todos ellos y estuvo vinculado al grupo poco más de un año, entre 1906 y 1907, cambiando su retiro en la isla de Alsen por Dresde. Individualista e independiente, no era hombre de grupos y mantuvo su propio estudio; su modo de hacer no se vio modificado por su colaboración con El Puente, pero su ejemplo sí sirvió de modelo para el resto de los artistas. Obsesionado en la búsqueda de un primitivismo en sentido plástico, pero sobre todo moral, la Naturaleza era uno de sus motivos principales, como lugar privilegiado que había permanecido igual desde miles de años atrás. En sus vistas casi a ras del suelo, como ha señalado Argan, "las pinceladas siguen la marcha de los pétalos de las rosas, de los hilos de la hierba, como si a partir de la sensación visual quisieran reconstruir no tanto la noción de la cosa como la cosa misma".La Naturaleza, en mares o en jardines, era uno de sus temas, y la religión, otro. En grandes cuadros monumentales interpreta la Biblia desde su perspectiva peculiar, humana y nada tradicional, que le trajo problemas por acusaciones de inmoralidad, obscenidad e irreverencia. Profundamente religioso y también profundamente convencido de la necesidad de crear un arte alemán, acabó en el partido nazi, que -como premio- le prohibió pintar. En sus cuadros, muy empastados, predomina el color, al que se subordina todo, con un dibujo deliberadamente torpe y ningún apego a la verosimilitud; un sentido dramático muy acentuado y una voluntad de expresión cargada de violencia que deforma los rasgos de sus personajes, haciéndolos grotescos.En los años 1910 y 1911 se sintió atraído, como el resto de los expresionistas de El Puente, por la vida urbana. Pintó escenas de cabaret, de café y de teatro: "Dibujaba una y otra vez la luz de las salas, el brillo superficial, las gentes, buenas o malas, completamente o semiarruinadas. Dibujaba ese otro lado de la vida con su maquillaje, su suciedad brillante y su corrupción". Sus Bailarinas con velas (1912, Seebüll, Fundación Nolde), resueltas en rojos violentos, transmiten una sensación de vitalidad primitiva y salvaje. Pero sólo en el mundo verdaderamente primitivo podían quedar rastros de pureza y en su busca se fue, en 1914, a los mares del Sur.