Comentario
París atrajo también a Nicolas de Staël (1914-1955), un noble de San Petersburgo, que se suicidó en esta ciudad después de recorrer Europa (Polonia, Bélgica, Holanda) y de hacer la guerra en la legión extranjera. Vida dura tituló un cuadro de 1946 (París, Centro Pompidou) y es fácil hacer extensivo el título a toda la vida de Staël, desde que salió de su país o desde que perdió a sus padres en Polonia. Permanentemente desasosegado, inmerso en la duda existencial, fue primero abstracto y, después de conocer a Braque y Léger, volvió hacia la figuración ya en los años cincuenta, aunque no a una figuración convencional. Con colores fuertes y agradables, que recuerdan su ascendencia rusa, utilizados en planos de formas sencillas que contrastan, busca una síntesis entre abstracción y figuración, primero con la serie de Futbolistas y después con los Paisajes y Bodegones, donde los temas aparecen extraordinariamente simplificados pero reconocibles.Una investigación semejante, marcada por Kandinsky y por Malévitch, lleva a cabo en París Serge Poliakoff (1900-1969), un pintor ruso, emigrado a Francia en 1923. Imbuido de un fuerte sentimiento religioso como Kandinsky -"Tienes que percibir el sentimiento de Dios en el cuadro si quieres que penetre en él el arte supremo", decía-, divide el lienzo en formas geométricas sencillas como un puzzle de colores, hecho con una materia desigual y granulada, vibrátil, que, según sus propias palabras, había aprendido con Malévitch: "Incluso si no hay color, un cuadro donde la materia vibre, es un cuadro vivo".