Comentario
La Segunda Guerra Mundial se inició para poner coto a un peligroso reavivamiento del imperialismo germano, que amenazó la seguridad e integridad de tres países vecinos (Polonia, Checoslovaquia y Austria), así como la influencia política de Francia y Gran Bretaña. A este motivo inicial se superpuso luego un ambiguo conflicto ideológico -que agrupaba en la lucha contra el totalitarismo y el racismo nazi a potencias totalitarias como la URSS y racistas como Sudáfrica-, pero el resultado último fue la sustitución del expansionismo alemán por otro más agresivo e igualmente totalitario -el soviético-, con la entrada en juego, como factores dominantes de la política centroeuropea, de dos países ajenos a este área: Estados Unidos y la Unión Soviética. A más largo plazo, este desenlace dio lugar al desmantelamiento de los imperios coloniales europeos. La cifra de muertos y desaparecidos en los seis años de conflicto superó los 50 millones, a los que es preciso sumar unos 35 millones de heridos graves.
Es posible analizar estas cifras sobrecogedoras desde perspectivas muy diferentes. Una primera es su reparto por nacionalidades. El mayor sufrimiento correspondió a la Unión Soviética, con 21,5 millones de muertos; le siguieron China -más de 13 millones-; Alemania -más de siete-; Polonia -más de cinco-; Japón y Yugoslavia -más de dos cada uno. Por debajo del millón, Francia, con 620.000, y ya con menos de medio millón, Italia, Gran Bretaña, Estados Unidos, Rumania, Hungría, Checoslovaquia, Austria, Holanda, Bélgica, Grecia y Finlandia. Los demás países beligerantes tuvieron cifras de muertos inferiores a 10.000.
Junto a la valoración meramente cuantitativa, cabe efectuar otra cualitativa, relativa al porcentaje de muertos en relación con la población total. Polonia perdió algo más del 20 por 100 de la población, la URSS y Yugoslavia, el 10 por 100, y entre el 5 y el 10 por 100, Alemania y Finlandia.
Más de la mitad de las víctimas fueron civiles, causadas por:
- Los bombardeos terroristas efectuados por la aviación, pero también por la artillería. Correspondió a la Alemania nazi la iniciativa, con las destrucciones de Varsovia (septiembre de 1939) y Rotterdam (mayo de 1940) y los ataques aéreos de este último año contra varias ciudades británicas, de modo muy especial Londres y Coventry. Alemanes fueron igualmente los bombardeos de ciudades rusas -Stalingrado, Leningrado- y los ataques con misiles -Fi 103, A-4, Rheinbote- contra aglomeraciones urbanas durante el último año de la guerra.
Los aliados, de forma muy particular británicos y norteamericanos, destruyeron con sus bombardeos aéreos la práctica totalidad de las grandes ciudades alemanas. Los soviéticos carecían de aviación estratégica, pero su ataque final contra Berlín -abril de 1945- tuvo esta misma naturaleza. La culminación de esta técnica la constituyen, desde luego, las dos bombas atómicas contra Hiroshima y Nagasaki -agosto de 1945-, aunque previamente la aviación norteamericana había provocado destrucciones mayores mediante bombardeos convencionales, sobre todo en Tokyo.
- El genocidio, del que son principal exponente los campos de exterminio nazis, donde fueron asesinados unos seis millones de personas, en su mayoría judíos. Nunca en la historia de la humanidad se había producido una combinación similar de empleo de la técnica más refinada y económica para lograr la exterminación en masa. Los campos constituyen, sin duda, la herencia más abominable de la guerra -los bombardeos causaron más muertos, pero al menos existía una posibilidad de defensa.
Fuera de Alemania, el único caso similar que se encuentra probado es el exterminio por los soviéticos de diez mil mandos del Ejército polaco, en la primavera de 1940, en las denominadas Fosas de Katyn.
- Las represalias contra la población civil -aunque hubo también algún caso contra unidades militares desafectas- durante los últimos años de la guerra. Los alemanes y los fascistas italianos fueron probablemente los campeones en este tipo de actividades. Pero tampoco los soviéticos se quedaron muy atrás cuando ocuparon territorio alemán, a comienzos de 1945. Los asesinatos de colaboracionistas -de forma muy destacada en Francia en 1945- fueron una prolongación de esta técnica. Los comunistas yugoslavos también emplearon prácticas de este tipo.
- El mal trato a los prisioneros de guerra. Fue particularmente cruel el otorgado por los alemanes a los prisioneros soviéticos, por la URSS a los prisioneros alemanes y por Japón a los prisioneros norteamericanos y británicos. En China la crueldad con el prisionero enemigo fue similar por ambos bandos.
Esta política continuó, de forma delirante, por la URSS después de la guerra: por un lado se negó, hasta la muerte de Stalin, en 1953, a devolver los prisioneros de guerra; por otro, internó en campos de concentración durante varios años a la práctica totalidad de los cientos de miles de prisioneros de guerra soviéticos que habían sobrevivido a los campos alemanes.
Los combatientes sufrieron, comparativamente, bajas mucho menores que en la Primera Guerra Mundial, debido al cambio de táctica y los progresos de la Medicina. No volvieron a repetirse los ataques frontales masivos típicos de la guerra de trincheras y a la mejora de los servicios médicos se sumó el empleo de nuevos fármacos, de forma muy especial -por parte de los aliados- la penicilina.