Época: Prehistoria
Inicio: Año 2300000 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
Origen y evolución del hombre



Comentario

Al igual que los australopitecos, el género Homo es completamente bípedo y carece de colmillos desarrollados, pero en cambio presenta una serie de caracteres propios que se van acrecentando con el tiempo: mayor encefalización, reducción en el tamaño de la cara, aumento de estatura y verdaderas capacidades simbólicas y culturales. Además, sus representantes forman poblaciones extremadamente variables a nivel fósil, tal vez preconfigurando una variedad racial que se mantiene hasta nuestros días. A causa de esta variabilidad, el género Homo está siendo objeto de una fuerte revisión en los últimos años, sin que haya una absoluta unanimidad por parte de todos los antropólogos.
Los restos más antiguos que pueden atribuirse sin discusión a nuestro género han sido agrupados hasta hace poco bajo la denominación de Homo habilis. Sus fósiles proceden de Olduvai, del valle del río Omo y sobre todo de Koobi Fora -incluyendo los famosos cráneos KNM ER 1470 y 1813-, con una cronología comprendida entre 2,3 y 1,6 m.a. Hay que tener en cuenta sin embargo que, si se considera que este homínido es el primero que fabricó útiles líticos, se le debería considerar algo más antiguo, ya que en el río Awash hay instrumentos datados hasta en 2,7 m.a., aunque no haya restos indiscutiblemente humanos de cronología comparable.

El aspecto físico es parecido al de los australopitecos, sobre todo en el esqueleto postcraneal, pero su cabeza es bastante diferente: tiene una capacidad muy variable, entre 580 y 700 cm3, los molares están muy reducidos y, en cambio, los incisivos son proporcionalmente mayores.

Estas modificaciones en el tamaño cerebral y en el aparato masticador conllevan un mayor elevamiento de la bóveda craneana, que además tiene forma redondeada, y una fuerte reducción de la cara. A pesar de ello, todavía es bastante arcaico en algunos aspectos: tiene una estatura de sólo 1,5 m. y sus brazos son demasiado largos en relación al cuerpo, tal y como ocurría con los primeros australopitecos. Para algunos investigadores, las morfologías más arcaizantes deberían formar una especie aparte, Homo rudolfensis.

Los representantes de la especie siguiente a nivel cronológico se agrupan normalmente bajo el nombre de Homo erectus. Este grupo está ya ampliamente representado a lo ancho del Viejo Mundo, en niveles datados entre 1,8 m. a. y 250.000 años, aproximadamente. Desde hace algún tiempo se considera que los restos africanos más antiguos forman una especie diferente (Homo ergaster: 1,8-1,5 m. a.), lo que significaría que, entre 1,8 y 1,6 m. a. en África convivirían hasta cuatro tipos humanos diferentes (rudolfensis, habilis, ergaster e incluso los primeros erectus), por no hablar de los parántropos. La extensión de este grupo, continuamente ampliada desde su descubrimiento por E. Dubois en Java (Pithecanthropus) a finales del siglo pasado, permite distinguir, además, numerosas variedades regionales:

(a) Homo erectus esteafricanos: Nariokotome, Koobi Fora, lleret, Olduvai.

(b) Atlanthropus norteafricanos: Ternifine, Salé.

(c) Anteneandertales europeos, también llamados Homo heidelbergensis en sus formas más arcaicas: Mauer, Atapuerca, Aragó, Ehringsdorf, Fontechevade, Swanscombe, Steinheim, Petralona...

(d) Sinanthropus en China: Zukudian, Yuanmou, Lantian, Yianku...

(e) Pithecanthropus y (con dudas) Meganthropus de Java: Sangiran, Modjokerto, Trinil... Las últimas dataciones de algunos de estos fósiles entre 1,8 y 1,6 m.a. suponen un problema que se comentará más adelante.

Físicamente, los erectus presentan por tanto una fuerte variabilidad tanto cronológica (estadios evolutivos) como regional (posible diversificación racial), pero se trata de características tan solapadas que muchos antropólogos actuales tienden a considerarlos, sobre todo a los especímenes más recientes, como una especie de Homo sapiens arcaicos. Esto determina que el género Homo sólo estaría representado por una especie única en realidad con diferentes estadios evolutivos. La postura ortodoxa, sobre todo por lo que respecta a las variedades de Homo que se verán a continuación, implica aceptar el estadio erectus, aunque únicamente se considere a nivel de cronoespecie.

Los rasgos genéricos de erectus son: esqueleto postcraneal prácticamente moderno, aunque notablemente robusto, capacidad craneana muy variable (entre 800 y 1.300 cm3), con 1.100 de media, cráneo alargado y aplanado, con la frente huidiza, depresión postorbital marcada, fuertes arcos superciliares, cara proyectada hacia delante, mandíbula ancha, robusta y sin mentón. Las paredes del cráneo, además, son notablemente espesas y no es raro encontrar individuos con una mezcla de caracteres arcaicos y evolucionados (denominados en mosaico).