Comentario
Tradicionalmente se considera que nuestra propia especie ha estado representada por dos variedades con rango de subespecie: Homo sapiens sapiens y Homo sapiens neandertalensis. Estos últimos, los populares hombres de Neandertal, son los primeros hombres fósiles aceptados por la comunidad científica del siglo XIX. Aunque las diferencias entre ambas formas puede que no pasen de las meramente raciales, su significado cronológico y evolutivo es tan distinto que suele justificar su distinción antropológica.
El hombre de Neandertal es una variedad típicamente europea que apareció hace unos 100.000 años a partir de los erectus locales y llegó a expandirse hasta Próximo Oriente y Asia Central. A partir del 35.000 B.P. desaparece de todos estos territorios y es suplantado por los hombres anatómicamente modernos. Sus yacimientos, por tanto, sólo aparecen en Europa (Neandertal, La Ferrassie, La Quina, La Chapelle-aux-Saints, Gibraltar, Carihuela, Atapuerca, Zafarraya, Monte Circeo, L'Hortus, Krapina, Kulna...), Próximo Oriente (Shanidar, Tabun, Kebara, Amud...) y Asia Central (Teshik-Tash). Sus rasgos más característicos, aparte de algunos detalles en la pelvis, el omóplato y el fémur, se localizan en el cráneo: enorme volumen encefálico (media de 1.500 cm3, ligeramente superior a la actual), con morfología alargada (en balón de rugby) y huesos notablemente espesos, algo platicéfalos (frente presente pero inclinada), fuertes arcadas supraorbitales y senos nasales muy desarrollados. El occipital presenta un saliente que se considera diagnóstico. La cara es ancha, con pómulos altos y redondeados (ausencia de fosa canina), saliente (prognatismo moderado), con las órbitas oculares grandes y redondeadas, al igual que la abertura nasal. La mandíbula sigue siendo ancha y robusta, sin mentón y con un característico diastema retromolar.
Las evidencias bioquímicas, basadas en diferencias genéticas entre las poblaciones actuales, parecen demostrar que el hombre moderno apareció en África hace 200.000 o 150.000 años, fecha que no todos los antropólogos aprueban a causa de la evidencia fósil. Según ellos, justo en el intervalo que cubre el paso entre el Pleistoceno Medio final ( a partir del 300.000 B.P.) y los inicios del Pleistoceno Superior, en África se asiste a un proceso que llevará primero a la aparición de formas más o menos transicionales entre erectus y sapiens (Djebel Irhoud, Mugaret-el-Aliya, Haua Fteah, Bodo, Broken Hill), junto a otros claramente modernos (Klasies River Mouth, Border Cave, Omo 1, Dar-es-Soltan, Taforalt), aunque todos ellos presentan, en mayor o menor medida, rasgos arcaicos. En Próximo Oriente también hay restos similares (Qafzeh, Skuhl), mientras que los hallazgos equivalentes del resto de Asia son tal vez más tardíos o de datación imprecisa (Ma'pa, Niah, Ngandong).
En Europa la aparición de los primeros hombres modernos no resulta anterior al 40.000 B.P. y parecen haber seguido una línea de avance clara en dirección Este-Oeste, tal y como se verá en capítulos posteriores, puesto que los últimos neandertales parecen haber vivido en el sur de España hasta hace unos 27.000 años o menos. Los primeros hombres modernos europeos se agrupaban hasta hace poco en dos variedades: la raza de Cro-Magnon, más robusta, y la variedad de Combe Capel, Brno o Predmost, más grácil. En realidad, esta dicotomía pretendía justificar el binomio cultural Auriñaciense-Perigordiense y hoy en día se ha abandonado, estando sólo generalizado el uso del término cromañones para los hombres modernos paleolíticos. Variedades más tardías (hombre de Grimaldi o de Chancelade) tampoco parecen tener diferencias somáticas que justifiquen una completa diferenciación poblacional de tipo racial.
Tanto estos europeos del Paleolítico Superior como sus contemporáneos de otros continentes -no hay que olvidar que el Homo sapiens sapiens colonizó en esta época Australia y América- presentan todos los caracteres comunes a la humanidad actual: volumen encefálico en torno a 1.400 cm3, cráneo redondeado de huesos finos, frente alta y abombada, cara pequeña y situada bajo el cráneo, dientes pequeños y mandíbula fina y provista de mentón.
En lo que respecta al problema de los neandertales y su relación con los hombres modernos, la opinión más generalizada tiende a considerarlos una raza desarrollada en Europa a causa del aislamiento genético de las poblaciones de este continente durante las etapas frías del Cuaternario y consiguientemente adaptada a un medio muy específico. Esta rama especializada sólo sería un callejón sin salida a nivel evolutivo y no participaría en el origen de los hombres modernos. Existen investigadores que no comparten esta idea totalmente y suponen que aunque sea a través de mestizajes e hibridaciones (absorción genética), los neandertales se fundieron con las razas primitivas de sapiens para dar su configuración definitiva al Cro-Magnon. Una baza importante en esta discusión es el factor cultural, que se verá en capítulos posteriores.