Época: Periodo prerromano
Inicio: Año 600 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
Área indoeuropea. Pueblos del centro, oeste y norte de la P. Ibérica



Comentario

En el estado actual de las investigaciones arqueológicas no se puede hacer depender a todos los grupos de cerámica excisa (citaremos como más importantes los de los valles del Ebro y del Duero) del fenómeno único de las oleadas indoeuropeas, pues existen en la Península varios grupos cerámicos decorados mediante la técnica excisa; todos ellos representan características tipológicas y estilísticas propias y pertenecen a entidades culturales diversas. Por ejemplo, no se puede hacer depender las cerámicas excisas que aparecen en el horizonte de Cogotas I de unos estímulos centroeuropeos llegados a partir de la segunda mitad del I milenio a. C. Las fechas que se dan actualmente para las cerámicas excisas de la Meseta (ss. IX-VIII) son más antiguas que las de la Cuenca del Ebro. Hoy se piensa en la existencia de una técnica excisa peninsular que se desarrolla a partir de la cultura del vaso campaniforme, sin tener que buscar su origen en las cerámicas excisas indoeuropeas. Surgirían en la Meseta enlazando con tradiciones culturales anteriores.
Hay otra cuestión que se liga a las cerámicas excisas y a los enterramientos bajo túmulos, que es la importancia que adquieren las actividades pastoriles (ganadería, pastoreo, trashumancia), importancia que surge como consecuencia de la llegada de poblaciones de pastores procedentes de Centroeuropa, a las que se considera como portadoras de las cerámicas excisas. A este respecto conviene hacer dos matizaciones: que las cerámicas excisas aparecen tanto en yacimientos de altura (Las Cogotas, El Berrueco), que podrían tener como actividad económica básica la pastoril, como en los situados en las llanuras fluviales (por ejemplo, los de Valladolid), lo que significa que, aunque una parte de su economía es pastoril, no quiere decir que la cultura de la Meseta está desligada de la actividad agrícola y que, por otra parte, las actividades ganaderas no suponen una novedad en la zona, ya que han estado presentes como factor económico relevante en la Península-Ibérica desde el Eneolítico.