Comentario
Una parte de la sociedad de la Hispania republicana fue bilingüe: hablaba su propia lengua y escribía en alguno de los alfabetos locales, mientras comenzaba a servirse del latín. El gran catálogo de Untermann sobre epigrafía ibérica pone de manifiesto que la escritura ibérica se siguió usando en muchos ámbitos: baste comprobar los grafitos marcados a punzón sobre cerámicas o bien los nombres de las ciudades escritos sobre monedas en ibérico o en latín de modo que, a veces se vuelve al uso del ibérico después de haber acuñado monedas con textos latinos. Los grafitos sobre esculturas del Cerro de los Santos y del santuario de Torreparedones nos presentan unas veces textos latinos y otras ibéricos.
Los bronces hallados en Botorrita (Zaragoza), de fecha cercana entre sí, aparecen escritos uno en latín y otro en lengua celtibérica (sin contar con el otro aún inédito). Los grafitos de Peñalba de Villastar y muchas téseras de hospitalidad testimonian igualmente la pervivencia de la escritura y de la lengua prerromanas. He aquí unos testimonios: La tésera de Monreal de Ariza presenta alfabeto y lengua latina: H.F/QUOMELANDORIAN(-). Otra tésera del mismo yacimiento está escrita en alfabeto latino para transcribir una lengua céltica: IKAR ARCOBRIG/ G(-)CIDOSQ. La tésera de Sasamón está escrita en alfabeto latino y refleja lengua céltica: TRIDONIECU CAISA/CAD ESSUAEONA/NEMAIOSQ. Un texto de Peñalba de Villastar, en alfabeto latino y tal vez lengua céltica: (TU)LLOS C(E)LOQ (um).
Todavía a comienzos del siglo IV d.C., se recomienda en un canon del Concilio de Elvira que los señores expliquen a sus dependientes el mensaje cristiano en su lengua nativa para que lo puedan entender. García y Bellido ha demostrado que la plena latinización de Hispania fue paralela a la cristianización. En época republicana, pues, los sectores de las oligarquías fueron los primeros en aprender el latín y, aun así, el bilingüismo debió ser habitual durante muchos años. La escuela de Sertorio en Osca cumplió una excelente función para acelerar la latinización de los celtíberos y lusitanos. Los contactos con los administradores romanos, la participación de hispanos en el ejército romano y el trato con los comerciantes itálicos sirvieron para la primera introducción del latín. La emigración itálica aceleró el proceso de latinización. A fines de la República, hemos de suponer a miembros de las oligarquías locales que disponían de pedagogos para sus hijos que les instruían sobre la lengua y la cultura romanas, lo mismo que hacían sus equivalentes y a veces parientes de Italia. El pleno aprendizaje del latín estuvo en todo caso marcado por los sonidos de las lenguas prerromanas, como se refleja en los textos epigráficos de época imperial. Del propio emperador Adriano se comentaba en Roma que hablaba latín con acento hispano, hispano ore.