Época:
Inicio: Año 509 A. C.
Fin: Año 400 D.C.

Antecedente:
Plebeyos



Comentario

Ateniéndonos a la composición social del movimiento plebeyo, que incluía tanto a personajes influyentes y ricos pertenecientes al ejército hoplítico como a los plebeyos adsidui (que poseían bienes) y a los proletarii (que no poseían nada), el programa de sus reivindicaciones incluía tanto las aspiraciones al poder supremo de unos como la atención a las necesidades más elementales de otros. Este programa se centró principalmente en tres objetivos:
-La admisión regular de los plebeyos en todas las magistraturas y en los sacerdocios.

-La redistribución de las tierras públicas.

-La abolición de la servidumbre por deudas.

Respecto al primer punto, éste se logró a partir de 366 a.C. aun cuando el primer plebeyo que aparece como Pontifex Maximus corresponde al 300 a.C. Como veremos la utilización de la religión por parte de los patricios fue una de sus armas más eficaces.

La cuestión agraria, el que la tierra estuviera casi exclusivamente controlada por las gentes y por sus clientes, fue probablemente el principal caballo de batalla para la mayoría de los plebeyos. Se sabe que durante esta época hubo carestías que obligaron a los romanos a buscar trigo en Etruria, Campania y Sicilia y que ya en el 492 a.C. hubo frumentationes públicas, esto es, reparto gratuito de trigo a la plebe de Roma acuciada por el hambre, lo que indica la profundidad de la crisis económica.

El ager publicus o tierras del Estado ocupadas por los patricios en virtud de un derecho de ocupación nunca legal pero que funcionaba de facto desde épocas remotas, en cierto modo fue más o menos respetado por los plebeyos, tal vez por el convencimiento de que, si bien estas tierras podían ser devueltas, en teoría, a la comunidad mediante decisión de la Asamblea Centuriada, ésta, integrada mayoritariamente por los propios poseedores de tierras, nunca tomaría la iniciativa. Son las nuevas tierras adquiridas por la ciudad las que fundamentalmente reclamaba la plebe. Nacen exigencias de mayor participación en las ventajas de la guerra.

Pero no parece que haya habido un gran aumento territorial hasta la conquista de Veyes en el 396 a.C. Los romanos -y los latinos en general- hicieron poco más que defender su territorio contra los sabinos y, sobre todo, contra los ecuos y los volscos, si exceptuamos la conquista de Fidenas en el 426 a.C. y la probable conquista (o reconquista) de Terracina en el 406. Sólo la conquista de Veyes, cuya extensión era de más de 1.500 Km2, supuso un aumento enorme del territorio romano. Aunque no sabemos cuánta tierra adquirida por Roma con la anexión de este territorio fue destinada a incrementar las posesiones de los patricios, lo cierto es que la parte del territorio de esta ciudad dividida y asignada fue tan importante que permitió a todos los ciudadanos romanos la propiedad de un nuevo modelo de unidad fondiaria constituida por siete yugadas.

El confiscado a Veyes (y despoblado, puesto que los vencidos fueron masacrados o reducidos a esclavitud) se reagrupó en cuatro nuevas tribus: la Sabatina, la Stelatina, la Arnensis y la Trornentina. El total de la tribus romanas pasó entonces a 25. La unidad de siete yugadas determina el modelo del pequeño propietario. La Lex Licinia de modo agrorum consolidó, a comienzos del siglo IV a.C., este modelo y reglamentó, fundamentalmente, el reparto de las nuevas tierras conquistadas y por conquistar, más que la asignación de las parcelas del ager publicus ocupadas por los patricios. Con razón, muchos historiadores ven en esta ley el motor que impulsó a partir de entonces el expansionismo romano.

Relacionada con el problema agrario está la edificación en el 493 a.C. del templo de Ceres, situado fuera del pomerium de la ciudad y que se constituyó en el centro político-religioso de la plebe romana. La construcción de este templo debió ser iniciativa de los magistrados plebeyos (tribunos y ediles), creados por la plebe en el 494 a.C., y representa la afirmación de una conciencia y de una organización plebeya que reclama incluso la existencia de unos cultos propios y ajenos al patriciado.

Respecto a la tercera de las reivindicaciones plebeyas, la referida a la abolición de la servidumbre por deudas, ésta afectaba lógicamente al sector más pobre de la plebe y a los proletarii. La abolición de tal práctica parece que se logró en el año 326 a.C. con la llamada Lex Poetelia Papiria, que alude al nombre de los dos cónsules de aquel año que promulgaron la ley. No obstante, con anterioridad a esta ley, se intentó obligar durante los siglos V y IV a.C. a que se impusieran los intereses legales para el cobro de las deudas (establecidos en la ley de las XII Tablas y que eran muy severos), esto es, impedir la usura generalizada y dar a los deudores facilidades, permitiéndoles el pago escalonado en varios plazos.

A estas reivindicaciones habría que añadir otras subordinadas o que se fueron planteando a medida que la plebe consolidaba su organización: así, por ejemplo, el derecho de connubium que posibilitara los matrimonios entre plebeyos y patricios o la codificación de las leyes escritas.

La estrategia de los plebeyos demostró ser extremadamente eficiente y se estableció en varios planos:

-Como era imposible plantear sus demandas en deliberaciones hostiles a los patricios, tanto en el Senado como en los Comicios Centuriados, puesto que ambas instituciones estaban controladas por ellos, procedieron a la creación de un estado paralelo, esto es, a la elección de su propia asamblea y de sus propios representantes, los tribunos de la plebe.

-Puesto que las vicisitudes políticas de Roma durante los siglos V y IV a.C. transcurrían entre constantes amenazas para la integridad del Estado por parte de sus hostiles vecinos, lo que presuponía no sólo la movilización del ejército, sino también la movilización de las tropas auxiliares, los plebeyos recurrieron frecuentemente al amotinamiento o a la deserción como arma de presión.

La situación de Roma durante esta época es un juego de alianzas cambiantes y coyunturales. Ante el peligro exterior se requiere la unión de patricios y plebeyos aun a costa de concesiones por parte de los primeros; ante la amenaza plebeya se refuerza la solidaridad de clase patricia; ante la ofensiva patricia, la alianza de los plebeyos ricos con los plebeyos desfavorecidos. Tal es el cuadro en el que se mueve el enfrentamiento patricio-plebeyo.