Comentario
La provincia de Salamanca registra restos de ocupación desde hace más de 20.000 años, pues se conocen pinturas en las Batuecas y en la desembocadura del río Uces, junto al Pozo de los Humos.
Previamente a la llegada de los romanos, parece ser que el asentamiento de la ciudad fue fundado por pueblos de cultura indoeuropea, hacia el siglo V antes de Cristo. La ciudad ya aparece citada por Diodoro como Helmantiké o "lugar de adivinación". Otra explicación para este nombre afirma que la ciudad tomó el nombre de un dios pre-romano llamado Helman.
Las noticias más rigurosas afirman que, en el 220 a.C., en el curso de una expedición del cartaginés Aníbal por la Meseta, éste sitió la ciudad. Así, Plutarco dice que "Anibal la sitió y sus moradores, por evitar mayores daños, se le sometieron ofreciéndoles trescientos talentos de plata y otros tantos rehenes, alzando el sitio, los Helmantiqueses, faltaron a sus promesas y protegidos por sus mujeres que habían escondido las armas y lograron vencer a las tropas de Anibal". Sin embargo, finalmente fueron apresados por el general cartaginés quien, según Polibio, "admirado por la valentía de sus mujeres, por ellas devolvió a sus hombres la patria y la riqueza".
Tras la victoria romana en la II Guerra Púnica y su posterior expansión por buena parte de la península Ibérica, Salamanca comenzó a experimentar una intensa romanización, siendo anexionada a la provincia lusitana.
El proceso de romanización dio a Salamanca un importante lugar, al estar situado en la Vía de la Plata, que cruzaba la actual provincia en dirección norte-sur, enlazando con las ciudades de Asturica Augusta y Emerita Augusta. Para cruzar el río Tormes, los romanos construyeron un puente hacia el año 27 a.C., quince de cuyos arcos originales aun hoy pueden observarse.