Comentario
Si bien es cierto que el reparto de tierras entre visigodos y romanos debió suponer un cierto enfrentamiento entre ambas poblaciones, también lo es que el romano, a pesar de haber cedido parte de sus tierras y de verse obligado al pago de los impuestos, recibía a cambio protección y seguridad.
Según la información proporcionada por las fuentes textuales, aunque su lectura plantea serios problemas de interpretación, las grandes propiedades, tanto de visigodos como de romanos, tenían sistemas de seguridad basados en la presencia de ejércitos privados. Estos ejércitos deben ser entendidos como pequeñas tropas organizadas con el fin de proteger los bienes y las tierras de los propietarios, si bien es conocido que determinados individuos de la clase aristocráticomilitar, como fue Teudis, que llegó a ser coronado rey, tenía un ejército privado a su disposición de unos 2.000 hombres que había reclutado gracias a las grandes posesiones territoriales que había conseguido a través de su esposa romana. A nuestro juicio,. unas tropas tan numerosas debían ser poco habituales en la protección de los latifundios, pero ello no impide suponer su existencia restringida.
Es muy posible que estos soldados estuviesen al mismo tiempo al servicio de la explotación de las tierras, tanto si tenían la condición de esclavos (servuli) como la de campesinos libres (rusticani). Si aceptamos por tanto que los possesores tenían soldados a su servicio, debemos también aceptar la existencia de una serie de dependencias donde albergarlos, los utensilios necesarios para una caballería montada, además de la manutención, cuadras, etcétera.
La información proporcionada por los restos arqueológicos a este respecto es interesante, pues refleja una perpetuidad en las tradiciones romanas, aunque no habla directamente de ejércitos privados o cuerpos montados. La mentalidad y las necesidades de los grandes propietarios dedicados a las explotaciones agrícola y ganadera sigue siendo la misma que la del Bajo Imperio. Así, por ejemplo, los hallazgos de elementos de guarniciones de frenos de caballos, los instrumenta equorum, nos indican no sólo el aprecio que se tenía por los caballos, sino también una fuerte actividad dedicada a la cría y al adiestramiento caballar.
Las guarniciones de frenos de plena época visigoda muestran la dedicación militar de estos caballos, puesto que se trata de bocados con desveno y camas largas de gran volumen que a veces presentan una embocadura articulada en vez de rígida, hecho que favorecía la guía del caballo y liberaba la boca. Los caballos de parada, aunque es posible que también los utilizasen la caballería ligera y los caballos de carreras, eran enjaezados con frenos de filete articulado compuestos por dos camas con enganche de montante, dos cañones y dos anillas portarriendas. La abundancia de hallazgos arqueológicos por toda la geografía peninsular permite suponer una utilización generalizada, a la vez que unos sistemas de producción y distribución bien organizados.
Por otra parte, los textos literarios nos ilustran sobre los pastos de la Baetica y la Lusitania que eran idóneos para dicha cría y para la obtención de caballos. Los pavimentos musivos con escenas de caza y venationes, además de largas series de utensilios y bronces figurativos, dejan patente que los caballos eran destinados al otium y los placeres de la caza de los propietarios. Las representaciones pictóricas o musivas son inexistentes en lo que a la configuración de un cuerpo montado dedicado a la protección de la propiedad respecta, aunque como decíamos anteriormente, los textos sí hablan de ello y es posible que al tratarse de un fenómeno relativamente tardío, éste no haya quedado plasmado en los repertorios iconográficos de tradición clásica.