Comentario
Durante el siglo XI, las fronteras entre cristianos y musulmanes no experimentan las variaciones que cabría esperar de la superioridad militar de los cristianos; si exceptuamos algunas poblaciones aragonesas y la ciudad de Toledo, importante por su valor como símbolo de la unidad peninsular de la época visigoda, pocas son las conquistas realizadas por los reinos cristianos, que dedican sus esfuerzos a la consolidación de sus fronteras y a la repoblación de zonas ocupadas anteriormente y no repobladas hasta que el peligro almorávide obliga a establecer una línea defensiva. Las conquistas se detienen debido a la escasez de población y a la falta de interés de reyes y nobles, que prefieren el dinero de las parias a la ocupación y llegan a proteger a los musulmanes y a enfrentarse entre sí para conservar o mantener sus zonas de influencia y conseguir los ingresos de estas parias. El dinero de las mismas sirvió a Ramón Berenguer I de Barcelona para comprar los derechos de su madre al condado, pagar a sus fieles sin necesidad de enajenar el patrimonio condal, llegar a soluciones de compromiso con la nobleza feudal y asegurar la hegemonía del condado barcelonés; otra parte importante de las parias sería destinada a la compra de los condados y tierras que Ramón Berenguer consideraba interesantes para legarlos en herencia a los segundones, que sólo tenían derecho a las tierras adquiridas, no a las heredadas, que correspondían al primogénito: las parias están en el origen de la política ultrapirenaica de los condes de Barcelona, compradores de algunos derechos sobre el condado de Razés y la ciudad de Carcasona. Sin el dinero de las parias no se explicaría la proliferación de monumentos románicos en el Norte de los reinos cristianos ni la fortificación de las fronteras, y el dinero musulmán no es ajeno a la llegada de importantes grupos de francos a la Península en los años finales del siglo XI y comienzos del XII, entre los que cabe mencionar en León a Raimundo de Borgoña, repoblador del Valle del Duero, y a Enrique, primer rey de hecho de Portugal, casados uno y otro con hijas de Alfonso VI; en Cataluña, el normando Roberto Bordet fue el encargado de repoblar la ciudad y el campo de Tarragona a comienzos del siglo XII; Gastón de Bearn participó al frente de contingentes francos en la conquista de Zaragoza por Alfonso el Batallador en 1119...También el dinero de las parias es importante en la activación del Camino de Santiago, cuya ruta principal se fija en los tiempos de Alfonso VI de Castilla-León y Sancho Ramírez de Aragón, que eximieron de peajes y portazgos a los peregrinos, garantizaron la seguridad del viaje y lo facilitaron mediante la reparación de caminos y puentes y la creación de hospitales y ciudades donde los peregrinos pudieran hallar cuanto necesitaban. Las primeras medidas en este sentido fueron tomadas por Sancho Ramírez al conceder privilegios a los francos (europeos) que quisieran poblar la capital de su reino, Jaca: les concedió libertad para comprar bienes muebles e inmuebles, inviolabilidad del domicilio, exención parcial del servicio de hueste... con lo que logró el asentamiento en el Burgo Nuevo o Burgo de Santiago de un núcleo importante de francos que se dedicaron a atender a los peregrinos, crearon baños, hospitales, posadas y un mercado semanal que dio un cierto impulso a la economía del reino. Entre Pamplona y Nájera el rey creó la ciudad de Estella, a la que otorgó el fuero de los francos de Jaca en 1090 y en la que sólo se admitían francos. Este fuero se extendió más tarde a Sangüesa, Pamplona, Puente la Reina, Monreal... En Pamplona, la población extranjera fue superior numéricamente a la indígena y tuvo el monopolio del abastecimiento a los peregrinos; de hecho, Pamplona estuvo formada por tres ciudades (dos barrios francos y el de la navarrería) permanentemente en conflicto y separadas por murallas y fosos hasta que Carlos el Noble las unificó en 1422. En Logroño, que recibió el fuero de los francos en 1095, se admitió a francos e hispanos; en Nájera, los francos controlaron desde 1052 el mercado y en 1079 aumentó su influencia al dar Alfonso VI la alberguería de Santa María de Nájera al monasterio franco de Cluny... Los fueros de Sahagún y las disposiciones de Santiago de 1095 o los privilegios concedidos a las restantes ciudades son prueba evidente del interés que se concede a estos centros y de la importancia del Camino y de la ciudad de Santiago, uno de los centros comerciales más importantes de la Península, como lo prueba la llegada en 1130 de un grupo de peregrinos ingleses con mercancías valoradas en más de 22.000 marcos de plata; acompañaban a estos mercaderes comerciantes de paños flamencos, a los que iba a parar el dinero procedente de las parias, así como a los reinos musulmanes en los que los cristianos adquirían los productos que ellos no producían.