Comentario
Si la importancia del Toletum romano no decayó con la invasión visigoda, llegando a convertirse en capital del Reino, la llegada de los musulmanes supuso que la ciudad se convirtiera en una de las más importantes de al-Andalus. El Toledo andalusí que sucedió a la conquista de Tariq en el 711, llamado Tulaytula, conoció un periodo de enfrentamiento al poder de los emires y califas de Córdoba. Fueron frecuentes las rebeliones que tuvieron a Toledo por epicentro, aglutinando en torno suyo a descontentos con el centralismo de la capital cordobesa y, en ocasiones.Las guerras frecuentes hicieron que la etapa de esplendor del Toledo musulmán no se iniciase sino hasta el siglo XI, cuando ya el poder califal se había desmoronado y al-Andalus era un territorio dividido en varios reinos islámicos, llamados taifas. Toledo fue la capital de una de éstas a partir de 1036, cuando Ismail Dahfir, del clan bereber de los Beni Dilnun, proclama la independencia. A partir de entonces Toledo será gobernada por una dinastía local, que incluye a tres soberanos.El primero de ellos será Ismail Dahfir (1036-1038), quien luchó contra los cordobeses para mantener la independencia. Le sucedió Abul asan Yaya ben Ismail ben Dylinun al-Mamun (1038-1075), conocido por los cristianos como "Almamún" o "Alimenón".Con él el reino de Toledo inicia una etapa de esplendor, llegando a tener bajo su dominio a Córdoba y Valencia. Aliado de Fernando I de Castilla y León, quien le ayudó a tomar el poder, más tarde ambos se enfrentaron en el campo de batalla, siendo derrotado el musulmán. También mantuvo buenas relaciones con Alfonso VI, a quien albergó en Toledo tras ser derrocado por su hermano Sancho II. La vida del rey al-Mamun acabó en la recién tomada Córdoba, donde fue envenenado.El último rey musulmán de Toledo es Yahya ben Ismail ben Yahya Al-Kadir (1075-1081), nieto al-Mamun. Parece que su periodo de gobierno no fue brillante, pues a la pérdida de los territorios conquistados por su antecesor hubo de unir las frecuentes sublevaciones y algaradas. La población de Toledo se hallaba dividida entre los partidarios de mantener la paz y alianza con el rey de Castilla y León, fundamentalmente sectores mozárabes y judíos, y los detractores de ésta, ayudados por al-Mutawakkil de Badajoz, quienes querían iniciar las hostilidades. La situación se saldó inicialmente con la toma de Toledo por parte de Al-Mutawakkil, obligando al rey toledano al-Kadir a refugiarse en Cuenca. Este a su vez cedió los derechos sobre Toledo a Alfonso VI, a petición de que el monarca castellano-leonés le ayudara a reconquistar el reino de Valencia. La entrada de Alfonso VI en Toledo se producirá finalmente en 1085, siendo uno de los momentos más importantes de la llamada Reconquista y dando inicio una nueva etapa en la historia de la ciudad.En su periodo musulmán, Toledo debió de aproximarse a los 40.000 habitantes, emplazados de manera abigarrada en un enjambre de callejas y cuestas, entre la Vega y el Tajo. Precisamente su peculiar localización, dominando los riscos que la separan del Tajo, hizo que en la ciudad la ciencia árabe se afanara por idear ingeniosos sistemas hidráulicos, con el fin de proveer a sus habitantes de agua para el consumo y el riego.Los textos antiguos y los restos arqueológicos nos hablan de algunas construcciones singulares, como la almunia real, un gran huerto ideado para lograr el disfrute de los sentidos, con jardines que imaginan el paraíso y una gran alberca en el centro de la cual se halla un quiosco de grandes vidrieras.En Toledo coexistieron la población islámica, la cristiana y la judía. Fruto de esta etapa es la existencia de mezquitas, iglesias y sinagogas, así como una tradición artesanal en la que aparecen rasgos de estos tres elementos. Merecen la pena ser destacadas edificaciones como las sinagogas del Tránsito y de Santa María la Blanca, la Puerta del Sol, torre albarrana de estilo mudéjar del siglo XIV, o la Mezquita del Cristo de la Luz o de Bab al Mardum.Importante fue también su papel como centro cultural, pues en Toledo se refugiaron buena parte de los intelectuales andalusíes que huyeron de la desintegración del califato, de las luchas intestinas y de la ortodoxia religiosa representada por almorávides y almohades, que obligó a muchos musulmanes y judíos a instalarse allí. Consecuencia directa fue la instauración en Toledo, a partir de la conquista de Alfonso VI, de una Escuela de Traductores, en las que se habrían de traducir importantes obras científicas de autores como Ptolomeo o Avicena.