Época: Castilla Baja Edad Media
Inicio: Año 1369
Fin: Año 1406

Antecedente:
Los primeros trastámaras: Enrique II
Siguientes:
La reforma de la Iglesia

(C) Julio Valdeón Baruque



Comentario

La Iglesia vivió una situación muy difícil en las últimas décadas del siglo XIV. Ciertamente la crisis de la centuria contribuyó al desarrollo, entre las masas populares, de una religiosidad emotiva y sensiblera. Pero el acontecimiento más grave de cuantos sucedieron en el ámbito de la vida religiosa fue el Cisma de Occidente, es decir, la coexistencia, desde el año 1378, de dos pontífices en el seno de la Iglesia. Pese a todo en la Corona de Castilla hubo, en los años finales del siglo XIV, un serio intento reformista, cuya cabeza visible fue el arzobispo de Toledo, Pedro Tenorio.
Las diversas naciones de la Cristiandad, una vez que estalló el Cisma, se encontraron ante un grave dilema: la necesidad de elegir entre el pontífice de Roma o el de Aviñón. Francia, aliada de Castilla, presionaba a ésta para que reconociera al pontífice aviñonense. Con la finalidad de tomar una decisión se celebró una asamblea del clero de la Corona de Castilla en Medina del Campo, en 1380. Aunque hubo algunas dudas, finalmente la asamblea se decantó en favor de Clemente VII, pontífice de Aviñón. Al año siguiente, 1381, Castilla declaraba solemnemente su obediencia a este papa. Todo parece indicar que desempeñó un papel muy importante en la decisión adoptada el legado pontificio Pedro de Luna, un clérigo de origen aragonés. Precisamente Pedro de Luna sucedería al pontífice de Aviñón en 1393, adoptando el nombre de Benedicto XIII.

Inmediatamente, se pusieron en marcha diversas vías destinadas a poner fin al Cisma. Fracasada la via facti se acudió a la via cessionis. La cuestión se solucionaría si los dos papas dimitían. Castilla presionó para que Benedicto XIII se retirara, pero ante su negativa una nueva asamblea de eclesiásticos, reunida en esta ocasión en Alcalá de Henares en el año 1398, propuso una medida ciertamente radical, la sustracción de obediencia al pontífice aviñonés. Ahora bien, como quiera que Benedicto XIII no renunció y por otra parte Castilla se encontró durante unos cuantos años al margen de cualquier pontífice, una nueva asamblea de eclesiásticos, reunida en 1402, recomendó, como mal menor, restituir la obediencia al papa de Aviñón, lo que se llevó a cabo en Valladolid en 1403.

Fracasada la vio cessionis se puso en marcha un nuevo método, la vio compromissi, que buscaba el logro de un acuerdo entre los propios pontífices. Enrique III puso su mejor voluntad para que se alcanzara la concordia, pero el fracaso de la proyectada entrevista entre el pontífice romano y el aviñonense no dejaba más camino posible para solucionar el Cisma que la via concilii, es decir, la convocatoria de un concilio universal de la Iglesia.