Época: Aragón Baja Edad Media
Inicio: Año 1276
Fin: Año 1479

Antecedente:
La economía de la Corona de Aragón

(C) Josep M. Salrach



Comentario

La industria principal, motor de casi todas las grandes transformaciones de las ciudades de la Corona en la Baja Edad Media, fue la pañería. Según C. Carrére, la producción de tejidos de lana es precisamente lo que, en el siglo XIV, convirtió a Barcelona en gran centro económico del mundo mediterráneo: atrajo a un número elevadísimo de menestrales, estimuló la concentración de capitales e impulsó el desarrollo mercantil de la ciudad. Pero con ello llegó el crecimiento de la población, los problemas de aprovisionamiento y los nuevos conflictos del mundo del trabajo. Anteriormente, durante el siglo XIII, la pañería catalanoaragonesa era mediocre, y no alcanzaba a cubrir la demanda interior. La producción propia debía completarse entonces con una fuerte corriente de importación de tejidos flamencos y franceses, una gran parte de los cuales eran vendidos por los mercaderes catalanes en mercados mediterráneos. Según J. Reglá, fue precisamente la tensión bélica entre la Corona y Francia, desatada a finales del siglo XIII por la incorporación de Sicilia, lo que impuso un cambio de orientación. Durante años resultó difícil importar tejidos ultrapirenaicos, situación que forzó la transformación y crecimiento de la industria propia. Se produjo entonces, durante el siglo XIV, a la vez que un extraordinario desarrollo de la pañería en Barcelona, y en menor medida en las restantes ciudades de la Corona, una considerable expansión de la producción pañera en el mundo rural catalán, con cifras de producción, en conjunto, tan elevadas como las de Barcelona. Mercaderes barceloneses dieron salida a esta producción urbana y rural de paños de calidad mediana y menor coste que los franceses: los exportaron hacia mercados del Mediterráneo oriental, donde eran bien acogidos y utilizados como moneda de intercambio para la compra de especias. Esta actividad, junto a otras de los mercaderes barceloneses (exportación de azafrán y fruta seca, por ejemplo), y el consumo en el mercado urbano de alimentos (cereales, carne) y primeras materias (lana, madera) procedentes del mundo rural, contribuyó entonces a integrar en una misma economía y hacer partícipes de unas mismas coyunturas al campo y la ciudad.
Según A. Santamaría, los sectores productivos más importantes de Valencia en el siglo XV eran los dedicados a la producción de tejidos (tinte y tejido), cueros y muebles. La industria pañera valenciana se desarrolló algo más tardíamente que la catalana. Como en Cataluña, durante el siglo XIII los tejidos de cierta calidad fueron generalmente importados de Francia y Flandes, pero aquí la ruptura franco-catalana de 1293-1313 no actuó de estímulo para el desarrollo de una poderosa industria propia. Restablecidas las relaciones entre la Corona y Francia, se dictaron medidas proteccionistas para salvar la débil producción local de la competencia extranjera (1342), lo que lesionó los intereses de los mercaderes importadores, por lo que hubo que revocarlas (1344). No fue hasta entrado el siglo XV, hacia 1440-1470, cuando la pañería valenciana maduró organizativamente, prosperó económicamente y se convirtió en exportadora.

Según J. A. Sesma, la manufactura textil aragonesa, de antigua tradición, no pudo aprovechar las favorables condiciones de comienzos del siglo XIV para transformarse y extender sus mercados. Más bien fueron los tejidos catalanes los que, atravesando dificultades en el Mediterráneo por la guerra con Génova, intentaron reservarse el mercado propio e imponerse en el mercado interior aragonés. Para estimular el desarrollo de la manufactura aragonesa y catalana, enriquecer a los naturales de los reinos y beneficiar a las finanzas públicas, las Cortes de Monzón de 1361-1362 prohibieron la importación de tejidos extranjeros. Pero este proteccionismo, especialmente beneficioso para la débil manufactura aragonesa, se mantuvo poco tiempo en Aragón (hasta 1364), mientras, en cambio, en Cataluña se adoptaban medidas que primaban la exportación y gravaban la importación de tejidos (1365).

Durante unos doce años todos los tejidos, foráneos o aragoneses, vendidos en Aragón pagaron una tasa del 10 por ciento de su valor. A partir de 1376, se volvió a un cierto proteccionismo (los paños extranjeros pagarían una tasa del 5 por ciento mientras que los aragoneses quedaban exentos), coincidente con la instalación de mercaderes y artesanos catalanes del sector pañero en Aragón, y de refugiados judíos. En esta primera fase de su desarrollo, la pañería aragonesa adoptó el modelo de los paños catalanes y languedocianos, baratos y de gran consumo, confeccionados precisamente con lana aragonesa. La primera mitad del siglo XV, el incremento de la producción y mejora de la calidad permitió a los paños aragoneses ganar a los extranjeros una parte del mercado interior y salir a mercados exteriores (Castilla y Portugal). A mediados del siglo XV esta industria alcanzó su madurez y, por su menor precio, compitió ventajosamente con la producción extranjera en Aragón. Entonces se distinguían cuatro zonas productoras:

1) La zona norte (Jaca, Huesca, Aínsa, Broto y Sallent de Gállego), con capitales catalanes, que se integraba en el proceso de producción de la industria textil de Cataluña, hacia donde exportaba el grueso de su producción en forma de paños crudos y blancos;

2) la zona del Somontano Ibérico (Tarazona y Calatayud) que fabricaba tejidos de mediana calidad para el mercado rural aragonés, exportaba piezas a Castilla y daba el acabado a piezas de elaboración castellana (de la zona de Calahorra); 3)

3) la zona sureste (Teruel), con una manufactura de mayor calidad, por la materia prima (lana fina) y las nuevas técnicas de producción, que tendrá continuidad durante toda la Edad Moderna, y

4) la zona de Zaragoza, que concentra una buena parte de la producción pañera del reino, y produce piezas de muchos tipos y calidades.