Comentario
Durante la baja Edad Media, la pequeña Barcelona altomedieval se convierte no sólo en una de las principales ciudades de la Corona de Aragón sino del Mediterráneo. Urbe de vocación comercial, la expansión catalanoaragonesa por el Mare Nostrum tiene en Barcelona una de sus puntas de lanza: la oligarquía barcelonesa promueve la actividad mercantil, fuente de riqueza para la ciudad; en sus atarazanas se construyen las naves que enlazan los puertos mediterráneos; bancos, asociaciones mercantiles y estamentos están en permanente busca de oportunidades de negocio...
Barcelona creció especialmente durante la época de Jaime I - monarca que construyó una segunda muralla- y durante el reinado de Pedro el Ceremonioso -que hizo lo propio con un tercer recinto-. Carrére, uno de los mejores especialistas en la Barcelona bajomedieval, calcula que la ciudad pudo albergar hasta 50.000 almas, estando, por estas fechas, en continuo crecimiento.
Sin embargo, Barcelona, como el resto de ciudades de la Corona, experimentó las vicisitudes de la llamada crisis bajomedieval, una etapa en la que, a pesar del brillo de su actividad comercial, fue golpeada por las alzas de precios, las hambrunas y las epidemias. Así, se calcula que, de tener cerca de entre 40.000 y 50.000 habitantes en 1340 pasó a 38.000 en 1359 y a unos 20.000 en 1479.
De esta etapa quedan en Barcelona importantes monumentos. El principal de ellos es la catedral, dedicada a Santa Eulalia. Construida en estilo gótico, las obras comenzaron en 1298 y no acabaron sino hasta 1488, y en ellas participaron Jaume Fabre, Pedro Viader, el maestro Roque, Bartolomé Gual y Bargues Arnau.
La vocación marinera y mercantil de la ciudad queda refrendada con al erección de una iglesia dedicada a Santa María del Mar. Igualmente la Lonja, sede del comercio catalán, edificada en el siglo XIV para hacer las funciones de casa de contratación y mercado. O también las Atarazanas, astilleros, cuya edificación se inició en 1378.
El gótico catalán ha dejado otras obras de gran importancia, aparte de las citadas. Así, en cuanto a edificios religiosos, hay que destacar la Capilla Palatina o de Santa Águeda, en cuyo interior hay que apreciar el altar del Condestable, pintura de Jaume Huguet, el Salón del Tinell y la Capilla de los Reyes, mandada edificar por Pedro II. También hay que citar la Iglesia de Santa María del Pino (1322-1453), el Convento de Santa Ana (siglos XII-XIV) o el Convento de Pedralbes, que fuera fundado por Jaime II en 1326.
Los poderosos estamentos barceloneses contaron con un magno edificio, el Palacio de la Generalitat, de principios del siglo XV y que ha sido varias veces modificado y ampliado. Actualmente es la sede del gobierno de la Comunidad Autónoma.
Y cabe citar, por último, el Hospital de Santa Cruz, iniciado a principios del siglo XV, con un grandioso claustro gótico, que fue un centro dedicado a la atención de enfermos y menesterosos.