Época:
Inicio: Año 107 A. C.
Fin: Año 99 D.C.

Antecedente:
República Romana: desde los Gracos a la fase final
Siguientes:
Consulado de Mario
Hacia la Guerra Social
Tribunado de M. Livio Druso



Comentario

Mario al proveer a la leva de tropas con ocasión de la guerra de Yugurta, abandonó el sistema tradicional que se basaba en las cinco clases censitarias, los adsidui o propietarios, y enroló a voluntarios indigentes, en su mayoría proletarios provenientes de la plebe rural. Mario ofrecía una serie de compensaciones al servicio militar que incluían la participación en el botín, la posibilidad de recibir tierras una vez licenciados y el cobro de un stipendium. Ciertamente, no se abandonó el sistema de leva tradicional, pero la admisión de estos proletarii en el ejército romano modificó sustancialmente el viejo esquema en el que se había basado el cuerpo político-militar romano: ciudadano propietario-soldado. Además, estas compensaciones posibilitaron que muchos de estos campesinos proletarizados pudieran restaurar sus propias condiciones económicas a través del servicio militar, entendido como una profesión. Al no poseer bienes propios con los que costearse el armamento, el Estado había de suministrárselo incluyendo, al menos, el largo escudo semicircular y el pilum. No obstante, esta reforma militar tenía precedentes al menos desde que comenzaron las guerras transmarinas. La novedad es que, a partir de Mario, ya no se trató como antes de medidas coyunturales, sino que pasó a institucionalizarse la nueva composición del ejército y sus consecuencias aparecerán en la etapa final republicana y en las guerras civiles, en las que las posiciones políticas de los líderes se dirimían utilizando a los ejércitos vinculados a su persona. Desde los inicios de la República, los proletarios estaban excluidos del servicio militar, salvo en ocasiones extraordinarias. Tenían una consideración de tropas de reserva. Pero ya a partir del siglo II a.C. las largas ausencias en guerras ultramarinas habían contribuido en gran medida a la crisis del pequeño campesinado itálico y romano, es decir, de los adsidui. Para paliar esta escasez de tropas -ya que la cantidad y dimensión de las guerras requería cada vez un mayor número de soldados- se había recurrido a diversas medidas. Una de ellas fue la utilización de tropas auxiliares indígenas de los países que habían suscrito tratados con Roma o de contingentes suministrados por las provincias. Otra medida fue rebajar la quinta clase censitaria, a fin de que pudiesen ser incluidos muchos más individuos que engrosaren los cuerpos legionarios. Polibio confirma este hecho y señala que el armamento y el traje era suministrado por el Estado. También con anterioridad a la época que nos ocupa se había procedido al reparto de las tierras e instalación de los veteranos en colonias. No obstante, a partir de Mario, estas situaciones pasaron a tener un valor de normalidad y no de excepciones o medidas adoptadas por determinadas contingencias. Mario introdujo, además, otras reformas de carácter técnico y organizativo, tales como la estructuración de la legión en cohortes. Ya con anterioridad, la primitiva estructuración del ejército en centurias se había modificado con la reforma manipular. La cohortes se obtenían reuniendo los tres manípulos de igual número de las tres líneas de la legión: hastati, principes y triarii. Aunque las cohortes ya se habían utilizado tácticamente a lo largo del siglo II, pasaron a ser norma general de Mario, que implantó la cohorte como cuerpo básico legionario, dotado de gran capacidad de maniobra. La principal repercusión del nuevo ejército surgido a partir de la época de Mario fue el desarrollo de las clientelas militares y de los ejércitos vinculados a un general en el que confiaban y que, en definitiva, era quien podía proporcionarles medios de subsistencia y tierras al ser licenciados.