Comentario
La "hora navarra del siglo XVIII" parece caracterizarse por la ubicua presencia de los hombres de negocios de la región. Su ejemplo más representativo es el de Juan de Goyeneche, protector de Feijoo, vinculado a la publicación de la Gazeta de Madrid y, sobre todo, constructor de ese modelo de empresa económica ilustrada que es el pueblo de Nuevo Baztán, donde José de Churriguera levantó el palacio de la familia. También es navarro José Luis Munárriz, académico de Bellas Artes de San Fernando y al mismo tiempo hombre clave de la Compañía de Filipinas. Junto a ellos, Jerónimo de Uztáriz, al que hemos de referirnos como uno de los representantes más significados del pensamiento mercantilista de la centuria, trabaja como secretario de la Junta de Comercio y Minas. Una nota común a todos ellos es su extrañamiento de la Navarra natal para desarrollar su actividad teórica o práctica en la Corte, mientras los círculos ilustrados regionales se agrupan en torno a las Sociedades Económicas de Amigos del País, como la de Tudela (presidida por el marqués de San Adrián y preocupada por la explotación del lino y por abrir mercados a los vinos de la comarca), o se reúnen en las casonas y palacios construidos de nueva planta que, como las torres de Reparacea, imprimen su sello en el paisaje agrario como signo del nuevo clima espiritual aportado por la centuria.