Comentario
Durante el Siglo de las Luces, Sevilla se convierte en una de las ciudades más pujantes de España, de la mano de uno de sus principales promotores, Olavide.
Sin embargo, la centuria no empezó demasiado bien para capital hispalense, pues en 1717 se produjo el traslado de la Casa de la Contratación y del Consulado Marítimo a Cádiz, lo que significó la pérdida del monopolio del comercio indiano.
Sin embargo, la ciudad aun mantuvo buena parte de su anterior vitalidad y pujanza. Los nuevos gobernantes borbónicos concedieron nuevos títulos, como los condados de Casa Galindo o del Aguila, lo que significó la construcción de casas señoriales que aún se conservan en la Plaza del Museo y la Calle Aguilas, respectivamente.
Sevilla se vio favorecida por la nueva dinastía. Entre 1729 y 1733, fue sede de la corte, al recibir la estancia de Felipe V y de su familia. Mediante Real Orden, en 1725 se ordenó el traslado de la antigua Fábrica de Tabacos hasta su ubicación actual, en los terrenos colindantes con el Palacio de San Telmo.
Sevilla, ciudad gustosa de fiestas, se volcó con las proclamaciones reales, motivo suficiente para que se levantasen construcciones de arquitectura efímera, se organizasen bailes, concursos y teatros y se procesionase por las calles. Así fue, por ejemplo, en 1746, cuando Fernando VI y su esposa Bárbara de Braganza en 1746 subieron al trono.
Pero no todo fue alegría en la ciudad del Guadalquivir. El terremoto de Lisboa, ocurrido el 1 de noviembre de 1755, sacudió también a Sevilla, provocando una intensa destrucción.
La Sevilla ilustrada, con Olavide de figura de referencia, celebra tertulias, ve nacer el primer periódico provincial "Hebdomario útil sevillano" (1758), conoce la aprobación de la Regia Sociedad de Filosofía y Medicina de Sevilla, de la Real Academia de Buenas Letras, de la Real Sociedad Económica de Amigos del País o de la Real Escuela de las Tres Nobles Artes.
Con Olavide al frente de la política municipal, se crean la figuras de los Alcaldes de Barrio, se divide la ciudad en cuarteles, barrios y manzanas, y se nombran las calles con azulejos, algunos de los cuales aun hoy pueden ser vistos. También Olavide manda levantar el primer plano topográfico de la ciudad, en 1771.