Comentario
La historia de Murcia comienza en el año 825, cuando sobre el solar ocupado mucho antes por una colonia romana Abd al-Rahman II funda Medina Mursija, quedando incorporada a los dominios de la Córdoba omeya. La disgregación del califato cordobés hace que Murcia se convierta, poco después, en capital de su propio reino, a partir del año 1224.
En 1243 queda definitivamente incorporada a los dominios cristianos, tras haber sido conquistada por el rey castellano Fernando III.
En el año 1394 es fundada su catedral, puesta bajo la advocación de Santa María tras haber sido edificada sobre una antigua mezquita. Tras sufrir una inundación en el siglo XVIII, se emprende su reconstrucción, en estilo barroco, entre los años 1737 y 1782, siendo su fachada obra de Jaime Bort.
La Guerra de Sucesión entre Felipe V y el archiduque Carlos pone a Murcia del lado del primero. Murcia fue objetivo principal de los combates, estando a punto de ser ocupada por las tropas de Carlos de no mediar la intervención del obispo Luis de Belluga, quien ordenó la apertura de los diques y provocó la inundación de la ciudad.
El siglo XVIII es una centuria de crecimiento y desarrollo para Murcia. La población de la ciudad y su entorno se triplica, y se construyen múltiples acequias para favorecer los cultivos.
En Murcia, las Luces se difunden pronto, gracias a la actividad desplegada por el antes citado cardenal Luis Antonio Belluga, obispo de Cartagena, que promovió la Casa de Misericordia, amplió el Seminario de San Fulgencio -donde enseñará Filosofía Juan Bautista Muñoz-, impulsó la construcción de un puente sobre el río Segura y puso todo su empeño personal en llevar a cabo una empresa de colonización que cristalizó en las Pías Fundaciones del Bajo Segura. También el obispo fue uno de los animadores de la Sociedad de los Amigos del País de la ciudad, que sostendría escuelas de enseñanza elemental y de dibujo, instalaría fábricas de cintas y de tejidos, trataría de promover en la huerta el cultivo del maní y del algodón y editaría el Diario de Murcia (1792), así como su continuador, el Correo Literario de Murcia (1792-1795), posterior a otras publicaciones de este tipo, como el Semanario literario y curioso de Cartagena (1768). Finalmente, la obra de Francisco Salzillo (1707-1783) cubriría con toda brillantez la vertiente artística.
Fruto de las Luces es también la extensión de la educación, que hace que la alfabetización pudiera haber alcanzado al 82% de los ciudadanos en Murcia.
Menos activo resulta el siglo XIX, debiendo conocer en la centuria siguiente, las destrucciones y masacres de la Guerra Civil, en la que es saqueada e incendiada.
Aparte de la Catedral, Murcia cuenta con interesantes monumentos, como el Palacio Episcopal, del siglo XVII; las iglesias de la Merced, con un pórtico churrigueresco de finales del XVII; de San Bartolomé (XVIII), con obras de Salzillo y Masip; de San Miguel (XVII); de San Esteban (XVI); de San Nicolás de Bari (XVIII); de San Juan Bautista (XVIII), con una interesante fachada de Ventura Rodríguez; o de San Andrés (XVII-XVIII).
También deben ser destacados la Ermita de Jesús, de finales del XVIII, que acoge al Museo Salzillo; el Palacio del marqués de Beniel; la Casa de los Celdranes; o la Casa Almodóvar. Y para conocer su historia, cuenta con los excelentes Museo Arqueológico Provincial y Museo Provincial de Bellas Artes, éste último con obras de Villacís, discípulo de Velázquez, Giordano, Madrazo o Carducho.