Época: Reinado Isabel II
Inicio: Año 1833
Fin: Año 1868

Antecedente:
Industria

(C) Germán Rueda



Comentario

Durante el siglo XIX la minería española se basará en la riqueza de los yacimientos, la mano de obra barata y la llegada en cantidades considerables de capital extranjero. Esta última circunstancia tardará en darse. La imagen de una España cuyo subsuelo se explotó masivamente con capital extranjero corresponde más al último tercio del XIX que al resto del siglo. La falta de inversiones adecuadas, la relativa escasa demanda de estos minerales en la industria y una legislación demasiado regalista pueden explicar la situación hasta los años cincuenta. En estos años las leyes de 1849 y 1859 fueron más favorables a la iniciativa privada, lo que, efectivamente, estimuló la minería.
Según el Censo de 1860 había en España 23.358 mineros concentrados especialmente en algunas provincias, prueba de su mayor actividad.

Por entonces hacía furor la búsqueda de oro en Almería, actividad a la que se dedicaban casi siete mil familias. La minería del carbón estaba localizada en Asturias. Hay que sumarles las minas tradicionales en Huelva (cobre de Río Tinto), Ciudad Real (mercurio de Almadén), Murcia (plomo de Cartagena) y Jaén (plomo de La Carolina). Las vetas de hierro de la cordillera cantábrica (Cantabria y Vizcaya) tendrán su momento de mayor expansión en décadas siguientes.

Hay que insistir en que la producción minera a gran escala será más tardía. En relación con 1860-1864, en 1880-1884 se producía algo más de plomo, el doble de mercurio, tres veces más de carbón y veinte veces más de hierro. Además, si en el primer quinquenio de referencia sólo se exportaba el 25% del hierro extraído, en el segundo lo era el 90%.

La inversión de capital extranjero, como ha estudiado Rafael Anes, se facilitó con la Ley de Minas de marzo de 1868 que permitía la concesión de la explotación a perpetuidad (a cambio de un canon al Estado), y con los aranceles librecambistas de 1869.