Comentario
Constituidas las Cortes el 3 de abril, la izquierda se apresuró a destituir a Alcalá Zamora. La normativa constitucional exigía para ello el acuerdo de las tres quintas partes de los diputados, cifra que no alcanzaba el Frente Popular. Pero se obvió la dificultad recurriendo, a propuesta de Indalecio Prieto, al artículo 81 de la Constitución, que permitía cesar al jefe del Estado si éste había disuelto las Cortes dos veces y la nueva Cámara estimaba que la última disolución había sido improcedente. El 7 de abril, por 238 votos contra 5 -la derecha se abstuvo, tras haber apoyado la medida- el presidente de la República fue destituido por el Parlamento.
Martínez Barrio asumió interinamente la Presidencia de la República y puso en marcha el proceso sustitutorio. La candidatura de Azaña, propuesta por UR, concitó desde el principio amplios respaldos. Entre los partidos de la mayoría, sólo la izquierda del PSOE se opuso por preferir al más radical Álvaro de Albornoz. No falta quien ve la mano de Prieto tras la promoción de la candidatura del jefe del Gobierno. Según esta versión, el líder socialista pretendía vencer la resistencia de su partido a comprometerse en tareas de gobierno, sustituyendo él mismo a Azaña a la cabeza de un Gabinete de coalición republicano-socialista.
Conforme a la Constitución, el jefe del Estado fue elegido por sufragio indirecto. Las elecciones de compromisarios se celebraron el 26 de abril y dieron 358 mandatos al Frente Popular y 63 a la oposición, parte de la cual se había abstenido de concurrir a los comicios. El 10 de mayo, en el Palacio de Cristal, de Madrid, diputados y compromisarios votaron al nuevo presidente, con el siguiente resultado: 754 votos para Azaña, 88 en blanco -los de la CEDA- y 32 para otros políticos: Largo Caballero, Primo de Rivera, Lerroux y González Peña. Al día siguiente, Azaña tomó posesión de la Jefatura del Estado e inició las consultas para la formación de un nuevo Gobierno, mientras un ministro de su partido, Augusto Barcia, se hacía cargo interinamente de la jefatura del Gabinete. Se comprobó entonces que el Frente Popular no cuajaba como coalición de gobierno. Prieto, a quien Azaña consideraba el hombre más adecuado para presidir el Consejo de Ministros, se encontró con el veto de la minoría parlamentaria socialista, controlada por la izquierda caballerista. Finalmente, fue Casares Quiroga, considerado hechura del nuevo presidente de la República, quien formó un Gabinete con los partidos republicanos del Frente Popular, al que se incorporó la Esquerra.