Comentario
Los grandes programas iconográficos de Burgos y León dejaron abierto el camino para la escultura monumental del siglo XIV, en cuyo desarrollo incidirían nuevas circunstancias de carácter devocional, ligadas a la influencia de la "Leyenda Dorada". Aunque las grandes catedrales francesas ya habían dedicado amplios programas escultóricos a ensalzar a los santos titulares y patronos, el incremento de la devoción hagiográfica en el siglo XIV y el culto de sus reliquias, vino determinado en gran medida por el hermoso repertorio, escrito en 1264 por Jacques de Vorágine o de Varazze, que en sucesivas ediciones sufrió otras tantas adiciones efectuadas en los diferentes países, en las que tenían cabida la vida y milagros de los santos locales. Brindaban oportunidades excelentes para desarrollar programas narrativos, acogidos con expectación por los fieles de toda condición social. Para la vida de Cristo y de la Virgen, Vorágine se inspira en los fabulosos relatos de los "Evangelios Apócrifos", que influyeron durante la Edad Media sobre escritores religiosos, Vicente de Beauvais entre otros.
En torno a Toledo y Vitoria se desarrollaron los talleres más destacados de Castilla, y en las portadas se plasman programas iconográficos dentro de los cánones góticos del siglo XIII. No faltaron, sin embargo, otros centros escultóricos de notable interés, como Oviedo, Burgos y Salamanca. Se incrementaron las representaciones de escenas unitarias, como Cristo Varón de Dolores en la capilla del Corpus Christi en la catedral de Burgos, el Descendimiento, en la de Santa Catalina, o un Juicio Final en Santa María la Real de Nieva. La catedral de Toledo, cuya decoración de las portadas no había finalizado, desarrollaría una enorme actividad a lo largo del siglo, con especial protagonismo del cardenal don Gil Álvarez de Albornoz (1339-1350) y sobre todo del arzobispo don Pedro Tenorio (1376-1399). El carácter de internacionalidad de ambos consolidó la influencia artística mediterránea, que ya penetrara durante el pontificado de Juan IV (1318-1328), hijo del rey Jaime II de Aragón. Las portadas del crucero se habían decorado en el siglo XIII, probablemente antes de la de los Leones, a juzgar por el carácter arcaizante de la Coronación de la Virgen, actualmente en la de Santa Catalina, que Azcárate, con buen criterio, ha propuesto originariamente en el tímpano. La actual es obra de Hanequín de Bruselas. La portada del Reloj fue decorada entre 1280 y 1300, y la similitud de estilo con el Juicio Final, hoy en la portada occidental derecha, obliga a pensar que dicho taller fue el encargado de la decoración del pórtico occidental una vez finalizada aquella, es decir, en torno a 1300.
Teniendo en cuenta que en 1334 Gil de Albornoz compra terrenos para organizar la plaza delante de la catedral y que las puertas de bronce del hastial occidental llevan la fecha de 1337, debe de establecerse la datación de las portadas dentro del primer tercio del siglo. La disposición de Cristo y el Apostolado en el parteluz y jambas de la portada principal, sugieren la idea inicial del Juicio Final en el tímpano, cuya colocación en la portada derecha se aprecia que es una recomposición. No hay que olvidar, sin embargo, que en Vitoria el Juicio Final se dispone también en la portada derecha; la principal se dedica a la Glorificación de la Virgen, cuya imagen del parteluz está inspirada en la Virgen Blanca de León, que ya en el siglo XIII ha roto el canon francés al presidir el Juicio Final.
Parece lógico pensar que las figuras de las jambas y parteluz debieron de tallarse en la primera mitad del siglo XIV sobre tipología del siglo XIII, aunque en 1418, siendo Alvar Martínez maestro de obras de la catedral, se efectuó el pago de los apóstoles, piedras labradas para el entablamento de la portada, gran número de detalles decorativos e incluso imágenes. Dichas esculturas sufrieron indudablemente una fuerte remodelación con la restauración de Durango. La escena de la Descensión de la Virgen, relativa al patrono de Toledo, san Ildefonso, que adquiere carácter emblemático en la catedral primada, debió de colocarse hacia finales del siglo XIV, según lo sugiere su evolucionado estilo. Las figuras del tímpano recuerdan el arte toscano del Trecento, lógico en un momento en que la influencia del arte italiano está presente en España.
Los reyes Enrique III y Catalina de Lancaster, enterrados en la catedral de Toledo, profesaron especial simpatía por la Orden dominica, a la que perteneció sor Constanza, la nieta de Pedro I el Cruel, y recibió de ellos pingües beneficios. Construyeron el convento dominico de Santa María la Real de Nieva (Segovia) a fines de siglo, en cuya portada se advierte la persistencia de formas e iconografía del pasado, junto a la aparición de novedades, como el trasdós conopial de las arquivoltas, anunciantes de nuevos vientos. Se ha prestado especial protagonismo a los regios encargantes, que junto a dos frailes han sido situados junto al Juicio Final.
Dentro del País Vasco, Álava alcanza ahora su apogeo en la escultura monumental, no obstante contar con brillantes precedentes en el protogótico -Armentia, Estíbaliz, Tuesta, Laguardia (perteneciente al reino de Navarra hasta 1461). La capital, Vitoria, se convirtió en un centro político de especial importancia en el reino de Castilla, lo que trajo aparejada una febril actividad constructiva. Se erigieron durante el siglo XIV sus principales edificios, la mayor parte sobre otros de época anterior, y se creó un taller escultórico de singular importancia por su originalidad, a pesar de la influencia de otros talleres cercanos, en especial de Burgos y Navarra. En la iglesia de Santa María se levantan dos portadas, la espléndida y maltratada de Santa Ana, y la principal, la más monumental, una de las últimas muestras de la gran fachada gótica esculpida. La primera, situable a principios del segundo tercio del siglo, deriva de Burgos en cuanto a composición. La escena del Bautismo, en el registro superior del tímpano, está inspirada en la de acceso al claustro de Burgos. En el conjunto de las portadas de occidente se sintetizan los grandes temas de la escultura gótica europea, la Virgen, el Juicio Final y la Hagiografía, en el presente caso de San Gil; su vida, unida según la leyenda a la de Carlomagno, resultaba muy apropiada en una portada de un templo en cuya construcción intervino la munificencia real. Otras iglesias importantes son la de San Pedro y la de San Miguel, cuyas portadas principales se consagran a los santos titulares. En la primera se desarrolla un amplio ciclo de la vida y martirio del apóstol, y en la segunda, la leyenda del arcángel.
Galicia constituye un enclave del arcaísmo. Son notables una serie de tímpanos con el tema de la Epifanía, particularmente en Santiago de Compostela, que arrancan del modelo de la capilla de la Corticela, en la catedral, del último tercio del siglo XIII. Se repite insistentemente en las iglesias compostelanas de San Félix Solovio (1316), obra de F. Paris, San Benito, el llamado de doña Leonor en la catedral, el de Home Santo en Bovanal, Santa María a Nova, ya de fines del siglo, y Santa María del Campo en La Coruña, Santa María del Azogue y San Francisco de Betanzos.