Comentario
El título aquí adoptado -la miniatura en la Corte de Alfonso X el Sabio- quiere destacar un hecho acerca de las pinturas objeto de estudio. Junto a unas peculiaridades que las hacen profundamente originales, destaca un sincretismo de influencias estilísticas diversas: del sur de Italia, del Reino Latino de Jerusalén, inglesas, árabes, bizantinas, y, quizá también, parisinas. Hay que pensar que para la ingente tarea pictórica que suponía la iluminación de los códices alfonsíes, el monarca hubo de recurrir a los artistas locales y foráneos. Si no es posible explicar la vasta empresa pictórica del rey Sabio como una mera prolongación de la miniatura castellana anterior, tampoco es una simple derivación de artistas extranjeros aquí traídos, y ello por dos razones. Por la profunda originalidad de los textos iluminados y por la calidad, a veces muy elevada y otras no tanto, de las miniaturas, que en todo caso presentan una serie de aspectos comunes.
No es un hecho aislado la venida de artistas extranjeros a un centro que, en un momento determinado y bajo un fuerte mecenazgo, produce una elevada suma de manuscritos con pinturas. Así en la corte del duque de Berry, en torno al año 1400, se produjo una llegada de artistas italianos y flamencos, junto con otros franceses, cuya superposición de estilos dio lugar a las obras más culminantes del estilo gótico internacional. En la corte alfonsí está documentada la presencia de trovadores extranjeros y también de sabios y juristas, numerosos italianos junto a españoles cristianos, moros y judíos. En cualquier caso, lo más excepcional de la miniatura alfonsí, que permite desechar de plano la idea de una influencia puramente exterior, reside en su iconografía, derivada en gran parte, aunque no siempre, del contenido de sus textos.
Esta iconografía revela una religiosidad muy moderna para su tiempo, precursora del Trecento italiano, y una ciencia de vanguardia, en gran parte astrológica, que tendrá enorme influencia por sus textos y por sus novedosas ilustraciones, en la Europa posterior y que se fundamenta en la transmisión, a través de las traducciones del árabe, de los saberes de la Antigüedad. El carácter protohumanista de los códices alfonsíes, tanto en los puramente religiosos, las Cantigas, como en los científicos, explica la copia de muchos de sus manuscritos entre los siglos XIII y XVI. Me refiero a la copia de sus manuscritos astrológicos en ambientes cortesanos de ideología gibelina, preocupados por la magia y por la astrología, y en ocasiones con problemas de relaciones con la Iglesia, como fue el caso de Federico II -bisabuelo de Alfonso X- y de Wenceslao II de Bohemia.
Las famosas "Tablas Alfonsinas", de las que se desconoce el original alfonsí, se difundieron ampliamente con la imprenta, en versiones modificadas por otros autores, como Juan de Sajonia, desde la edición de Venecia del año 1484.
En ésta se invoca repetidamente al ilustrísimo Alfonso, rey de Castilla, como autor de las mismas. En la edición impresa en Venecia en 1492 se indica al terminar: "Expliciunt Tabule tabularum Astronomice Divi Alfonsi Romanorum et Castelle regi illustrissimi...". Se recuerda en este título las pretensiones a la corona del Sacro Imperio Romano Germánico por parte de Alfonso X, como bisnieto de Federico II Staufen, a la muerte de Manfredo. El rey Sabio utilizó este título de "Rey de Romanos" desde el año 1257 hasta que tuvo que renunciar a sus aspiraciones como emperador electo, por las presiones del pontífice. El marqués de Mondéjar recuerda que Inocencio III declara su aversión a la estirpe de Suabia en una carta en la que la señala como "linaje de perseguidores de la Iglesia" (Alfonso X era hijo de Beatriz de Suabia) y Alejandro IV en 1256 escribió a los electores indicándoles que escogieran un príncipe valeroso "que no fuese de ninguna manera de la estirpe de Federico (Federico II, de la Casa de Hohenstaufen y de Suabia) en quien estaba radicado por naturaleza el odio contra la Iglesia romana". El adjetivo latino divi, divino, nos indica que el pontífice no andaba muy descaminado en cuanto a las ideas gibelinas de Alfonso X el Sabio que se nos revelan también en la iconografía.
El título del presente trabajo incluye las miniaturas de los códices indudablemente alfonsíes, es decir, producidos bajo su mecenazgo, tanto por su atribución unánimemente aceptada por los estudiosos, como por sus caracteres, textuales e iconográficos, que permiten considerarlos como procedentes del scriptorium regio. Así en todos los casos que vamos a incluir aquí, los manuscritos presentan un prólogo, muy posiblemente redactado personalmente por el Rey, en el que se indica el título de la obra y se señala la participación del monarca en su elaboración (el debatido problema de la autoría del Rey en muchas de sus obras), siendo acompañado el nombre de Alfonso de todos sus títulos como Rey -de Castilla, de Toledo, de León, de Galicia... - e incluso en algunos casos se presenta como Rey de Romanos.