Época: Pintura
Inicio: Año 1200
Fin: Año 1300

Antecedente:
La pintura del Gótico Pleno
Siguientes:
Navarra, Aragón y Cataluña
La pintura protogótica
La miniatura en la Corte de Alfonso X

(C) Francesca Español



Comentario

En la Península Ibérica, las realizaciones dentro del estilo 1200 definen buena parte de la obra que surge durante el siglo XIII. Tanto en Compostela en el "Tumbo A", la miniatura de Alfonso IX, como en León y Burgos, en el "Libro de las Estampas" o en la Biblia antigua de las Huelgas, respectivamente, responden a él en el capítulo de la miniatura. En pintura mural y en pintura sobre tabla sucede algo similar. El refectorio de Arlanza en Burgos se decoró según estas premisas, la Sala Capitular de Sigena, los frontales de Aviá, Lluça, etc., también. Incluso ciertos conjuntos como las pinturas de Artajona o las de la capilla de Santo Tomás en la catedral de Lérida constituyen testimonios tardíos dentro de la corriente, posteriores quizás a los ejemplos ya plenamente góticos de otras zonas.En este sentido es capital toda la miniatura de la época de Alfonso X el Sabio, concebida ya dentro de las nuevas pautas. El monarca fue el directo impulsor de un proyecto sin parangón en Europa en el campo artístico que tiene especial relevancia en lo que a la producción librarla se refiere. Se redactan e ilustran: las Cantigas, la "Grande e General Storia", el "Libro del Saber de Astronomía", el Lapidario, el "Libro de los Juegos", para ello cuenta con un amplio equipo de miniaturistas, del cual forman parte algunos de nombre castellano. Evidentemente, esta labor se enmarca dentro del gótico lineal y es fácil que haya sido decisiva en la evolución posterior de la pintura en nuestra Península, singularmente en tierras de Castilla y León.
Durante la primera mitad del siglo XIV la pintura en la que domina la línea sobre el color es la que tiene un gran desarrollo en nuestra Península. Es importante en el campo de la pintura mural, por ejemplo, pero también lo es sobre tabla. Con toda seguridad fue cultivada indistintamente por los mismos artistas. Destacan del total, por su excelente calidad y estado de conservación, las autógrafas de un Martín Sánchez de Segovia que se descubrieron en la capilla de San Martín en la catedral vieja de Salamanca. De carácter funerario, se fechan en las proximidades de 1300. No son las únicas de este período en el edificio. Otros enterramientos combinan labores escultóricas y pictóricas en la decoración, aunque la calidad es inferior. También en Castilla la Vieja y con idéntica función se han conservado las del sepulcro de Sancho Sáez de Carrillo de Mahamud (Burgos), ahora en el Museo de Arte de Cataluña. Aunque la disminución de la calidad con respecto a las anteriores es notoria, el desarrollo iconográfico que nos permite descubrir el planto fúnebre con todo lujo de detalles constituye su mayor atractivo.

Algo posteriores son las pinturas murales descubiertas en la iglesia del monasterio de Santa Clara de Toro (Zamora), a pesar de que se hacen depender del foco salmantino. Se trata de un amplio ciclo dedicado a Santa Catalina de Alejandría y a San Juan Bautista, de calidad mediana pero interesante por varias razones. Por un lado, se maneja un repertorio iconográfico bastante amplio en cuya ejecución se patentiza una clara tendencia a la anécdota, que puede estar ilustrada por los mismos letreros explicativos que acompañan las escenas. Además, se trata de la pintura autógrafa de una artista, Teresa Díez, que trabajó en distintos puntos de Castilla. En Toro se deben a ella otros restos dentro de la misma colegiata y en la iglesia de San Pedro, fuera se le atribuye la decoración de la cabecera de la iglesia de la Hiniesta. Su actividad se fecha en torno a 1320. Estilísticamente, están próximas a estas pinturas, sin que pretendamos sugerir, no obstante, identificaciones absolutas, los murales que aparecieron en el claustro de la Concepción franciscana de Toledo. Aquí el ciclo, también muy extenso, está consagrado a la Pasión y a algún que otro episodio veterotestamentario y su realización se ha situado en los últimos años del siglo XIII y principios del XIV.

Esta abundancia de testimonios permite sospechar una trascendencia de la pintura del gótico lineal en nuestra Península mucho mayor de la que podría suponerse en principio. Esto que es constatable en Castilla, puede hacerse extensible a Navarra, Aragón y Cataluña.