Comentario
Al Neolítico le sigue, hacia el V milenio a.C., una etapa caracterizada por el trabajo del cobre, por ello denominada Calcolítico. Los experimentos más antiguos con cobre fundido se realizaron hacia el 6500 a.C. en Oriente Próximo. No obstante, aunque fue un acontecimiento importante, no significó una transformación en la misma medida que la adopción de pautas de subsistencia agrícolas y la domesticación. Inicialmente, la metalurgia se limitó a realizar pequeños objetos de cobre, oro o plomo, metales blandos y maleables que no necesitan altas temperaturas para fundir. Hacia el 6000 a.C. los pobladores de Çatal Hüyük, en Turquía, son capaces de fabricar objetos de cobre y plomo como cuentas y dijes. La metalurgia se orienta tanto hacia la fabricación de objetos de adorno -lo que es indicativo de estratificación social- como de uso cotidiano, como hachas y cuchillos de bronce, material más duro que el cobre.
En el IV milenio se comenzó a emplear el oro, la plata y el plomo. El cobre se perfeccionó mediante la aleación con otros metales, al principio con arsénico, más tarde con plomo, estaño y cinc, hacia el 700 a.C. aproximadamente. A pesar de que el trabajo del hierro y el acero -los metales que, con el tiempo, se mostrarán más utilizados- se conocía ya desde el II milenio a.C., no será hasta el I cuando adquieran importancia.
Los trabajos en metal, especialmente del bronce decorado, adquirirán una gran importancia en el reino de Urartu, entre los siglos IX y VII a.C.