Época: China
Inicio: Año 1500 A. C.
Fin: Año 1000 D.C.




Comentario

La religión en el período de la dinastía Shang estaba basada en la justificación divina del reino. La creencia tradicional era que el dios del cielo, del paraíso, Shang Di, otorgaba beneficios a sus descendientes a través de varias maneras, como buenas cosechas, victorias en las batallas e igualmente aconsejando a los reyes por medio de la adivinación. Asimismo, los reyes y los gobernantes tenían que ofrecer sacrificios a los espíritus de sus antepasados; a través de esas ceremonias o rituales podían recibir algunas respuestas a los problemas que les afectaban.
Según las creencias ancestrales, el rey era el hijo del Cielo, con poder otorgado, y sólo él poseía autoridad para pedir la bendición o el consejo de los antepasados. El poder político estaba estrechamente unido y condicionado por el poder espiritual, y se creía que un gobernante que mantuviese una relación armoniosa con los espíritus podría asegurar el bienestar del reino. Si un gobierno o soberano no respetaba los mandatos del Cielo, los castigos de éste se reflejarían en catástrofes naturales, como terremotos o sequía de los ríos.

Estas creencias perdurarían durante muchos siglos, y más tarde serían convertidas en una de las prácticas y cultos establecidos por el Confucionismo y transformados en religión ancestral del pueblo chino, sobre todo la veneración de los antepasados y sus espíritus.

En el "Libro de Canciones", "Shijing", uno de los libros clásicos que Confucio recopiló, y en "Lun Yu" dice así respecto a los antepasados:

"Permanece con recogimiento y silencio en el templo de los antepasados, no promuevas discusiones sobre deberes y categorías durante el sacrificio..." (Shijing).

"Es necesario cumplir con meticulosidad todos los ritos funerarios dedicados a los padres difuntos, y ofrecer los sacrificios prescritos. Si los príncipes actúan así, también el pueblo imitará su ejemplo, que se restablecerá la práctica de tan saludable virtud..." (Tseng Tsé, Lun Yu).

"Debemos ofrecer sacrificios a los antepasados, como si estuvieran presentes; debemos adorar a los espíritus y a los genios ocultos, como si estuvieran presentes. Confucio dijo: "Realiza con espíritu de sacrificio todos las ceremonias de un sacrificio." (Pai, Lun Yu).

En el período de la dinastía Zhou se practicaban dos tipos de consulta a los espíritus de los antepasados sobre el futuro: los huesos de oráculo y los caparazones de tortuga, mediante inscripciones o formas, daban las respuestas solicitadas.

En el "Libro de Canciones", "Shijing", en el que está reflejada la vida de la época de los siglos XVI a XI a. C., se habla del bienaventurado que tiene muchos hijos y nietos, lo que explica la costumbre ancestral, que ha llegado hasta nuestros días, de la importancia del hijo varón para perpetuar el linaje de la familia. Es en las vasijas o vasos artísticos de bronce donde se refleja la costumbre de celebrar ritos y ceremonias para venerar a los antepasados; particularmente los elaborados durante la dinastía Shang reflejan la importancia de estos actos.

Junto al dios del Cielo, Shang Di, el pueblo chino de antes de nuestra era creía en otras divinidades, como el dios de la tierra, Houtu, y el del grano, Houji, que fueron venerados por los gobernantes. Existen en Anyang restos de los altares, construidos para las ceremonias reales en solicitud de buenas cosechas. Estas ceremonias han perdurado hasta el siglo XX, igual que la práctica del shamanismo, que consistía en ahuyentar los espíritus malignos e invocar la ayuda de los espíritus bondadosos a través de las danzas ejecutadas por un Wu -el shaman- que podía ser indistintamente hombre o mujer.