Comentario
La época de la Reforma y la Contrarreforma coincidió con los inicios del colonialismo europeo. Españoles, portugueses, franceses, holandeses e ingleses llevaron el cristianismo no sólo al Nuevo Mundo sino a muchas partes de África, Asia y Oceanía. El acceso a nuevos territorios poblados por gentes de otras religiones puso de relieve la acción de los misioneros, a partir de entonces la figura más notoria dentro del mundo cristiano. Los misioneros, ansiosos por imitar a los apóstoles de los primeros tiempos del cristianismo, se esforzaron por llevar su religión y modo de vida a todos los rincones del mundo, provocando en no pocas ocasiones dramáticos conflictos con las gentes nativas y su cultura.
La actividad misionera continúa hoy en día, aunque ha sido alterada por el ecumenismo, un movimiento que tiene como objetivo propiciar el diálogo y la cooperación entre las diversas doctrinas. El ecumenismo tiene su origen en una conferencia internacional y multidoctrinal que se celebró en Edimburgo en 1910.
El auge del racionalismo y el incremento de los conocimientos científicos, proceso que se acelera en la Edad Moderna y Contemporánea, supone la aparición de fuertes barreras que no sólo ponen coto a la expansión del cristianismo en el mundo occidental sino que combaten con vigor la vigencia de buena parte de la doctrina cristiana. La aparición de racionalismo y escepticismo como corrientes de pensamiento preponderantes en la cultura occidental, gracias a movimientos como la Ilustración, la revolución industrial, el capitalismo industrial o los avances científicos, suponen para la fe cristiana un poderoso rival en la era moderna. Por otro lado, procesos como la urbanización o la secularización, especialmente en el mundo occidental, han contribuido en gran medida a cambiar el rol jugado por las Iglesias cristianas y el modelo de relaciones establecido entre éstas y las comunidades. Muchas de las funciones tradicionales de las distintas Iglesias se han vistos modificadas o bien han desaparecido directamente. Al mismo tiempo el papel tradicional de la religión como creencia única y delimitada ha dado paso a nuevas formas más diversas de comprensión que, sin negar el papel central del hecho religioso, otorgan importancia también a cuestiones como la individualidad de la fe o el carácter festivo de muchas de sus manifestaciones.
En el mundo actual, la globalidad favorecida por las nuevas tecnologías tiene su reflejo, con respecto a la religión, en el auge de nuevas doctrinas, que ganan adeptos gracias a las retransmisiones televisivas y al desarrollo de las misiones. Especialmente vivos aparecen, en este sentido, los cultos evangélicos, y entre ellos el pentecostismo. Los movimientos de reforma y pluralismo dentro del mundo cristiano se plasman, por último, en la existencia actualmente de más de cuatrocientas doctrinas identificadas a sí mismas como cristianas.