Época: Cristianismo
Inicio: Año 400
Fin: Año 2000




Comentario

El auge de la vida monástica y de las fundaciones de monasterios a lo largo de la Edad Media se basó, entre otros factores, en su completa autosuficiencia económica y productiva. Los monasterios, siguiendo la máxima de San Benito, "deben construirse para satisfacer todas las necesidades, para que así los monjes no deambulen por el mundo, lo cual no es provechoso para sus almas". Los monasterios tenían, pues, todo tipo de instalaciones y edificios para el sostenimiento de la comunidad, así como un buen número de sirvientes.
Los monasterios funcionaban al mismo tiempo como colegio, archivo, biblioteca, tesorería y centro artesanal. Poseedores de grandes extensiones de terreno, algunos fueron pioneros en la introducción de técnicas de aprovechamiento agrícola. Las propiedades monacales fueron incrementándose mediante donaciones de los fieles, muchas efectuadas por los reyes de las nacientes monarquías, así como por el patrocinio de un noble. Muchos de sus sirvientes eran campesinos que habían acudido al monasterio en busca de refugio o sustento. Otras donaciones eran entregadas por personas que querían de esta forma expiar sus culpas. Las ayudas económicas al monasterio se completaban, finalmente, con las exenciones de impuestos y la obtención de privilegios. Algunos monasterios, especialmente en Centroeuropa, poseían sus propias flotas mercantes y realizaban un lucrativo comercio. No fueron pocos los monasterios, conventos y abadías que, con el paso del tiempo, llegaron a alcanzar un gran poder económico, estando al frente de toda una extensa región y de sus habitantes. La riqueza de la Iglesia y de algunos de sus representantes, tanto del clero regular como del secular, fue objeto de numerosas críticas, que postulaban una vuelta al cristianismo primitivo, en que la Iglesia se caracterizaba, a imitación de Cristo, por su pobreza. Éstas críticas están en el origen de los numerosos movimientos de reforma.