Época: El Imperio Bizantino
Inicio: Año 600
Fin: Año 700

Antecedente:
Nueva organización rural y defensiva



Comentario

La historia rural de Bizancio muestra una profunda continuidad estructural: "el predominio de la pequeña explotación campesina -escribe M. Kaplan- en la puesta en valor de la tierra fue una constante tan absoluta como el arado tirado por un par de bueyes, en la vida rural bizantina. De la salud económica y social de la pequeña explotación depende el crecimiento o la recesión de los campos bizantinos y, por lo tanto, la prosperidad o la crisis de un imperio que oculta detrás de una brillante fachada urbana el predominio fundamental de la economía rural" basada en el cultivo de cereales -trigo y cebada- en rotación bienal y rendimientos de 3 a 3,5 por 1, complementarios con pequeñas huertas cercadas próximas a los pueblos, leguminosas, vid, arboricultura (olivos, frutales, morales para cría del gusano de seda) y ganadería en la que contrasta la escasez de disponibilidades del pequeño campesinado con los grandes rebaños de propietarios poderosos que actuaban con vistas al mercado y consumo en las ciudades, o a la cría y venta de animales de labor. Pero, dentro del ideal de "autarquía o agricultura de subsistencia propio del sistema, y de su gran rigidez, debido en gran parte a la falta de medios y motivos de cambio tecnológico" a pesar de la difusión de algunos elementos nuevos como eran los molinos de agua, había posibilidades diversas, según cual fuera el peso o proporción de la gran propiedad, que generaba el pago de más renta por parte del cultivador no propietario, y el de la presión fiscal estatal a que estuviera sometido el campesinado, y, también, el número de productores entre los que se repartiera y su capacidad económica, que no era totalmente inmutable.
Estudiar aquellas variaciones, que fueron a menudo decisivas en la historia del imperio, es difícil por que los testimonios escasean y además la mayoría se refieren a la organización legal y tributaria y no a la realidad social y económica propiamente dichas. Así, por ejemplo, la ley agraria o código rural (Nomos Georgikós) promulgada a comienzos del siglo VIII se refiere a aspectos del régimen de la tierra vigentes desde la centuria anterior y a otros que es preciso conocer con la perspectiva de la larga duración.

En general, a lo largo de los siglos VI y VII decayeron las formas tradicionales de gran propiedad, sobre todo la pública y la eclesiástica; a sus titulares sólo les importa la renta, pagada a menudo en dinero, y predomina, por lo tanto, la pequeña explotación en manos de campesinos que tienen la tierra en enfiteusis pues el colonato clásico tiende también a desaparecer; los parecos o cultivadores tenían mucha mayor libertad de acción e independencia económica que los antiguos colonos pues podían mejorar sus explotaciones e incluso transmitir o vender sus derechos de usufructo sobre la tierra, siempre que el pago de la renta quedara asegurado. Había también, por supuesto, campesinos propietarios de las tierras que cultivaban, y emergían nuevas formas de mediana y gran propiedad, pero el equilibrio fue mayor que en épocas posteriores.

El pueblo o chôrion facilitaba a los campesinos el marco de su vida y relaciones sociales cotidianas y, también, su encuadramiento fiscal. "Un pueblo bizantino es el lugar donde viven las familias que obtienen sus recursos de una explotación agrícola. El elemento creador de la comunidad campesina es la misma concentración del hábitat, más que la puesta en explotación común del suelo o el pago de impuestos comunes" (Kaplan). Dejando aparte a los grandes propietarios absentistas que tuvieran tierras en el término territorial correspondiente, vivían en el chôrion, además del clero y algunos campesinos propietarios más acomodados, los stratiotes o campesinos-soldados que aseguraban la defensa de los themas, y la masa de parecos, algunos pequeños propietarios, la mayoría enfiteutas con contratos de medianería (la mitad de la cosecha era del propietario y la otra mitad para el cultivador), pero en situación diversa pues algunos disponían de más tierra, hasta para dos arados (duozegaratoi). Había también jornaleros y temporeros sin tierra (aktemones). Los esclavos eran, por lo que parece, pocos y su trabajo sólo un apoyo complementario a la economía campesina.

El chôrion servía como unidad fiscal. Los campesinos propietarios pagaban el impuesto territorial (telos) y se responsabilizaban incluso de lo correspondiente a tierras abandonadas o en venta, sobre las que tenían un derecho de compra preferente o preempción aquellos contribuyentes una vez transcurrido el plazo de prescripción de derechos anteriores, que era de treinta años, de modo que tenían un tiempo suficiente a menudo para capitalizar e invertir en la adquisición de tierra; esto, más el uso preferente de las tierras comunales y la gestión de otros aspectos de la economía local les compensaba de sus mayores obligaciones fiscales. El impuesto personal (kapnikon) afectaba, en cambio, a todos los campesinos.