Comentario
Antropológicamente la circuncisión está considerada un rito de paso, una ceremonia de entrada del sujeto a un estatus diferente, abandonando el anterior. La circuncisión, tanto la masculina como la femenina, significan el ingreso a la comunidad por parte del individuo, guardando también relación con los ritos de fecundidad.
Es ésta una práctica muy generalizada, a pesar de no encontrarse mencionada en el Corán, si bien los musulmanes piensan que Abraham fue circuncidado cuando tenía 80 años y que Muhammad ya lo estaba de nacimiento.
A pesar de estar muy extendida, existen diferentes puntos de vista en el mundo islámico sobre el momento en que debe realizarse, que oscila entre los siete días de vida del niño y los quince años. Tradicionalmente han sido los barberos de cada barrio o población quienes se han encargado de llevarla a cabo, ayudados de unas tijeras, cuchillo o navaja especiales. Actualmente, las familias pudientes prefieren que sus hijos sean circuncidados en clínicas u hospitales, por razones higiénicas.
Mayor controversia que la circuncisión masculina conlleva la femenina, una práctica condenada por buena parte de la profesión médica y organizaciones de Derecho Humanos, que argumentan que se trata en el fondo de una mutilación. No obstante, entre sus principales defensores, como hace notar D. Bramón, se encuentran las madres de las niñas.
La circuncisión femenina (hafd o hifad, rebajar; o bien taharah, purificar) consiste básicamente en una amputación, que puede ser realizada en grados distintos. La menos lesiva es la ablación del clítoris o cliterectomía, es decir, la supresión del prepucio del clítoris. Le sigue la excisión, esto es, la ablación del prepucio, el clítoris y la supresión total o parcial de los labios menores; por último, la más dañina es la infibulación, que consiste en extirpar el prepucio, el clítoris y los labios mayores y menores, cosiendo la vulva y dejando tan sólo un pequeño orificio que permite el paso de la orina y la menstruación. Esta práctica era realizada también en la Arabia preislámica, así como entre los coptos de Egipto y los cristianos de Sudán y Etiopía. Contrariamente a los niños, las niñas que son circuncidadas no reciben ninguna fiesta o celebración.
Igual que en el caso de la circuncisión masculina, las diferentes escuelas jurídicas han tenido opiniones diversas sobre el tema, especialmente cuando arrecia la crítica internacional.
Los detractores, consideraciones morales aparte, argumentan que la circuncisión femenina es ajena al islam, adjudicándole un origen africano o del antiguo Egipto faraónico.
Los textos islámicos no mencionan ninguna prohibición expresa de esta práctica por parte del Profeta, aunque sí su condena a un ritual preislámico según el cual las niñas recién nacidas podían ser enterradas vivas. Tampoco se sabe si sus cuatro hijas fueron circuncidadas, aunque según un relato dio el siguiente consejo a una especialista en realizar la ablación: "Si cortas, no lo hagas a ras, pero, sobre todo, no arranques de raíz. De esta manera la mujer tendrá más placer y el hombre estará más contento". Por último, quienes defienden esta práctica aseguran que Muhammad afirmó que "la circuncisión es sunna en los hombres y una honra en las mujeres".
En la tradición jurídica islámica existen abundantes textos que defienden la circuncisión. Uno de los más explícitos fue realizado por Ibn Taymiyyah (ss. XIII-XIV), de la escuela hanbalí, un autor en el que se apoya buena parte del islamismo moderno, a través de Muhammad ibn Abd al-Wahhab, fundador de la doctrina wahhabí. Para Ibn Taymiyyah, "el objetivo de la circuncisión es purificar el prepucio de las impurezas que en él se puedan acumular y el de la excisión es mitigar el deseo de la mujer, ya que si no está excisada sufre un exceso de lubricidad. Por esto como insulto se dice "!Hijo de incircuncisa!", porque la incircuncisa se siente mucho más atraída por los hombres. Esta es la causa por la que entre las mujeres de los tártaros y de los francos hay más adulterio y fornicación que entre las mujeres de los musulmanes" (citado por D. Bramón).