Comentario
En esencia una mezquita es sólo un recinto aislado, con una parte cubierta, uno de cuyos muros (la qibla) mira a La Meca; aunque el edificio no se presta a confusión, la qibla, a la que se mira al orar, está asignada por un nicho vacío (mihrab) y que suele estar en el centro. La oración (salat), que se celebra el viernes al mediodía, requiere que los asistentes estén en estado de pureza legal, que se adquiere mediante la ablución en una fuente o receptáculo (mida'a), situada a la entrada de la sala. El rito comienza con un sermón (jutba) en la lengua del país, que pronuncia un jatib o predicador desde lo alto de un púlpito (minbar); tras el sermón, el director (imam), desde la primera fila, inicia la oración, en árabe, y que consta de unas fórmulas verbales y gestuales ritualizadas. Estos son los elementos indispensables en la mezquita aljama (masyid al-yami), a los que, según el lugar y la época, se les han añadido otros, que enumeramos sin más. La mida'a suele estar en el centro del patio (sahn), que puede tener galerías perimetrales o no, y en uno de cuyos lados suele ubicarse el alminar (sauma'a); para proteger al monarca o sus representantes pudo existir delante del mihrab un recinto acotado, maqsura e incluso un sabat (pasadizo) conectado con su palacio.
El tesoro de las fundaciones pías solía custodiarse en una cámara (baya al-Mal) situada a la vista de todos en el sahn, en una edícula sobre columnas, o en una de las cámaras del sabat, cercana a la del alminbar. Finalmente, y para alojar a las mujeres, o a los hombres también, si el edificio resultaba pequeño, se solían montar unos altillos de madera o fábrica (saqifa, plural saqa'if). El mobiliario de la aljama quedaba completo con dos muebles: el kursi, especie de atril o velador hexagonal para colocar el Corán abierto y la dakka, un estrado para el iman.