Época: Islam
Inicio: Año 610
Fin: Año 2003

Antecedente:
La arquitectura



Comentario

De acuerdo con la línea ortodoxa del Islam mayoritaria hasta el siglo XV, la oración del viernes sólo podría hacerse en cada ciudad concreta en una única mezquita, la aljama, lo que obligaba a que tuviese una extensión considerable. Tal restricción ha supuesto las ampliaciones de las aljamas y sólo en muy contadas ocasiones su multiplicación; teniendo en cuenta que las primeras mezquitas construidas ex novo, y algunas de las que aprovecharon edificios anteriores, partieron de definir una parcela cuadrada de terreno, repartida entre techado y descubierto, se comprenderá que en las mezquitas viejas lo que las diferenciaba de las iglesias era la simplicidad de su contorno y la estrecha relación espacial entre el patio, donde también se puede rezar, y el oratorio. La diferencia que existió entre las iglesias y las mezquitas se basó en que las primeras han sido casas de Dios y lugares del sacrificio, mientras las segundas sólo han sido espacios para reuniones y oraciones. Por lo tanto, en las iglesias ha existido una tendencia a las celebraciones misteriosas y complejas, mientras en los oratorios musulmanes los principales problemas han sido de acceso y visibilidad. Por todo ello y durante medio milenio, las aljamas fueron rectángulos orientados a La Meca, con un patio hacia la zona opuesta y una torre en él; éste es el tipo que podemos llamar de naves u omeya, para enfatizar el hecho de que las zonas cubiertas están articuladas mediante tandas de naves paralelas, admitiendo tantos subtipos como combinaciones puedan hacerse con sus elementos: existencia, número y orientación de las naves perimetrales del patio, existencia de nave central (hacia La Meca) más ancha y número de naves paralelas y/o perpendiculares a la qibla, además de presencia de una cúpula en la nave central, delante del mihrab. Es obvio que el subtipo más simple fue el de la primera aljama de Córdoba, ya que ni tenía galerías en el patio, ni poseyó cúpula, ni variación alguna en sus once naves perpendiculares a la qibla; el más sofisticado fue el de Damasco, con arquerías al patio, una nave central con cúpula, tan enfatizada que es un auténtico transepto y tres naves paralelas a la qibla; entre estos dos extremos pueden obtenerse cuantas variantes se deseen, y siempre habrá uno o más ejemplos que las materialicen. Este gran modelo pervivió sin apenas competencia hasta mediados del siglo XI, como solución para las aljamas, y como ideal que, reducido de escala y aligerado, podía inspirar cualquier mezquita. Las innovaciones más fructíferas debieron darse en las de barrio, ya que la más antigua, la de Bu Fatata, en Qayrawan, del 841 es rara, pues es un cuadrado, sin patio, con pórtico in antis, subdividida en nueve tramos abovedados gracias a cuatro soportes aislados; este tipo de mezquita, que llamaremos de cuatro soportes, se documenta en otros lugares, como Toledo (Cristo de la Luz, del año 999) y preparó el camino para los tipos modernos, muy diferentes de la mezquita de naves; éstos nacieron de varios factores, como el deseo de vertebrar de forma más concluyente la nave central, su cúpula y la nave o naves paralelas a la qibla; además, el desarrollo de edificios en los que las cúpulas formaron lo más sustancial de los mismos, como fueron los mausoleos y el conocimiento de los templos cristianos, hasta llegar a la conversión de Santa Sofía de Constantinopla en mezquita, impulsaron la transformación del oratorio.
Así fue naciendo, en la etapa de fraccionamiento, la mezquita moderna, que es un espacio unitario presidido por una gran cúpula y articulado por la tiranía estructural de ésta; si existe patio, éste se planteará como una parte diferenciable, ricamente vertebrada. Señalemos también que es de tamaño menor pero de mucha más altura, y muestra interesantes valores masivos gracias a que queda inscrita en un conjunto de edificios bajos que, conformando un gran patio en torno a ella, la enmarcan y relacionan con el contexto urbano, de forma más elaborada y consciente que en el tipo antiguo.

Esta mezquita, cuya variedad escapa a toda clasificación, será más pintoresca y eclesial que las anteriores, y puede ser llamada de cúpula. Ni que decir tiene que es el modelo turco por excelencia y, a partir de él, se extendió por todo Oriente.

Además de estos dos grandes modelos, bajo los silyuqíes fue naciendo una variante del modelo antiguo, que poco a poco iría adquiriendo fuerza, de tal manera que no sólo preparó el camino para el moderno, sino que alcanzó formulación autónoma; la mutación vino del deseo de articular más la simplona traza de las aljamas tradicionales, para lo que se introdujeron elementos espaciales potentes en lugares privilegiados, especialmente en los ejes de simetría del patio. Para esto el iwan fue muy útil y al forzar el aumento de la superficie del sahn, provocó la atrofia de la sala de oración propiamente dicha y el fuerte protagonismo del primero hasta llegar a la fórmula de los cuatro iwan, sobre los ejes principales del patio.

Además de estos tres grandes modelos, que coexisten desde el XI, se han producido algunos casos anómalos, sobre todo en palacios, como en el oratorio taifal de la Aljafería de Zaragoza, de planta extrañísima, pues es un cuadrado con dos rincones contiguos chaflanados, en uno de los cuales se aloja el mihrab; parecido, ya que su planta es un cuadrado cubierto por una cúpula octogonal, es el almohade del Alcázar de Saris (Jerez de la Frontera), despojado de la decoración que debió poseer; también hay dos pequeños oratorios en los alcázares de la Alhambra: el del Partal, que es un quiosco realzado, y el del Mexuar, que se constituye a modo de mirador sobre el Albaicín. Ya que hablamos de Al-Andalus recordaremos la rareza, nunca bien explicada, de que sus mezquitas tuvieron su Meca particular, ya que todas miran al Sur o ligeramente hacia el Sureste.